Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

168 cuerpos en el entorno represivo de la dictadu- ra. El cuerpo retratado en las tres láminas foto- gráficas expuestas en el muro del Museo Reina Sofía (un cuerpo levantado verticalmente) niega la imagen torcida del cuerpo que “se quiebra” en “El Perchero” original y suprime, por lo tanto, la connotación extensiva de la palabra “quebrarse” que, en el entorno político de las víctimas de las violaciones de los derechos humanos en Chile, aludía a quienes no resistían los apremios de la tortura. La plurivalencia semántica del cuerpo victimado de C. Leppe surgía de este cuerpo no entero ni recto sino dividido entre anverso y reverso . Cambiar el cuerpo –hecho de dobleces y torceduras – del montaje “El Perchero” por el cuerpo plano de las láminas fotográficas, alisa la oblicuidad de los pliegues de la obra de C. Lep- pe: una obra que no sólo hablaba de travestismo (entregando pistas para una genealogía diferen- cial de lo queer en América Latina, tal como lo registra adecuadamente el catálogo de Perder la forma humana bajo la clave “Desobediencia se- xual”) sino que, también, evoca las mortificacio- nes corporales ejercidas por la violencia represi- va en el pasado de la dictadura chilena. Retengo de esta inadecuación entre el montaje original de la obra “El Perchero” de C. Leppe (1975) y la exhibición de sólo una de sus partes en Perder la forma humana (2013), la necesidad de pre- guntarse qué es lo que se pierde y qué es lo que se gana al suprimir la distinción entre “obra”, “imagen” y “documento” cuando es el montaje el que genera algo intensívamente artístico. La proliferación de exposiciones de archivos en va- rias instituciones especializadas nos llena la vis- ta con documentos en papel exhibidos en muros o vitrinas que contienen la información de las obras, pero haciendo desaparecer la escenicidad con la que estas obras ocuparon un sitio deter- Archivos de arte chileno, memoria y resistencia crítica, 2007

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