Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada
160 Archivos de arte chileno, memoria y resistencia crítica, 2007 “La Escena de Avanzada no logra redefinir para sus propias activi- dades un espacio desde el cual encontrar un punto de salida hacia nuevos públicos, a pesar del es- fuerzo por redefinir sus prácticas y por alterar la relación tradicional entre representación y arte y entre arte y existencia. Por el contrario, cabría pensar que su propia lógica interna de desarrollo, sus rupturas y desplazamientos en el campo del arte, la alejan de los viejos modelos de arte comprometido, de frentes culturales, de represen- tación artística de partidos y/o de clases sociales, llevándola a un aislamiento socialmente percibido como vanguardismo, hermetismo, esoterismo de los lenguajes em- pleados, etc.” José Joaquín Brunner, Seminario A rte en Chile desde 1973, Escena de Avan- zada y sociedad . Flacso, 1986. Márge- nes e Instituciones, 2014, P. 175. de los cuerpos placenteros (indemnes) que lu- cían el mercado y la publicidad. La acción de arte de L. Donoso interrumpió el desfile publi- citario y comercial de las imágenes televisivas hechas para disimular la atrocidad de los críme- nes de la dictadura, intercalando en las vitrinas del local comercial el rostro de una víctima de estos crímenes: un rostro (el de Lila Valdene- gro) que mira fijo a los transeúntes, convir- tiendo la fijeza de la mirada en un recurso de interpelación pública en contra de la detención arbitraria de personas y de la complicidad –di- recta o indirecta– de la ciudadanía. El registro video de L. Donoso fundía el grano reventado de la fotocopia impresa del retrato de la vícti- ma en la superficie luminiscente de la pantalla televisiva exhibida comercialmente en la tienda del Paseo Ahumada, generando un choque de técnicas –y de temporalidades– entre lo preté- rito del retrato en blanco y negro cuya fijeza está congelada en el ayer y la actualidad moderniza- dora de la televisión a color que la dictadura usó como aparato de encubrimiento y distracción para fabricar desmemoria con su desfile liviano de imágenes pasajeras a las que sólo les conviene mirar hacia el futuro. El público canadiense de la exposición Mu- jer, arte y periferia en Vancouver era el público de un espacio ( Women in Focus ) acostumbrado a ver cómo nuevas tecnologías internacionales de producción videográfica articulan un punto de vista feminista sobre las narrativas de gé- nero en el arte y la cultura. Para aquel público, resultaba demasiado extrema (intransitable) la lejanía entre, por un lado, el aparato-televisor como símbolo nacional de propaganda y con- sumo que había incrustado la impostura de su modernidad en un Chile de desapariciones (de restas ) y, por otro, la velocidad postmoderna de
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