Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada
150 Archivos de arte chileno, memoria y resistencia crítica, 2007 en los archivos de la Vicaría de la Solidaridad, el concepto de la exposición no se interesó en mostrar cómo los juegos de simbolización del arte son capaces de trizar el lenguaje notificador de los Informes y Tribunales, metaforizando la falta, el vacío de la ausencia, que deja el recuer- do de los desaparecidos. La intervención de E. Dittborn en Santiago de Chile rompió con las obsoletas ataduras de género con las que Chile vive dividió la muestra entre “Pintura” y “Es- cultura”, liberando la potencia tránsfuga de un lenguaje poético que busca conjurar lo sinies- tro haciendo divagar las palabras en torno a lo desintegrado. Esta potencia tránsfuga de la poe- sía-instalación contradecía el diseño programá- tico de Chile vive (1987) que se alineaba con las hablas profesionales de la nueva dominan- te científica de la sociología cultural y política como aquella lengua oficial que rige el mercado de los saberes remunerados con sus vocabula- rios expertos: unos vocabularios desafectados , es decir, sin cuerpo, sin afecto, sin afección. En el otro extremo de estas hablas tecnificadas de la transición chilena que dominan el universo de las comunicaciones, la obra-dedicatoria de E. Dittborn a Gabriel Castillo y Juan Maino hizo temblar el muro del Centro Cultural de España con la afección-aflicción de la pérdida y su poé- tica de lo deshecho y del desecho: un muro ya no imperturbable como el de la sala de exposi- ción de Madrid en 1987, sino un muro tocado físicamente por el duelo de un cuerpo insepulto al que E. Dittborn le dibujó una casa para ofre- cerle el refugio afectivo de su domicilio artístico. Es así como la crítica transformadora de Chile vive. Memoria activada (Santiago de Chi- le, 2013) dio a leer lo silenciado por Chile vive (Madrid, 1987). Lo hizo reintroduciendo en las salas del Centro Cultural de España el clamor (la
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