Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada
149 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada una memoria transitiva entre el ayer del sueño anti-imperialista de la revolución social (Chi- le) y el hoy de las luchas globalizadas a favor de la emancipación (España). Este ir y venir de la memoria política de C. Barriga que se tras- lada entre América Latina y España despierta aquella conciencia de la historicidad social que no cabía en la versión estática del pasado lineal de la exposición Chile vive cuyo ciclo temporal (salir de la dictadura y recuperar la democracia) se proyectaba según una recta sin vuelta atrás, sin devoluciones intempestivas. La “memoria activada” del video de C. Barriga exalta el eco de aquellas pasiones contestatarias emanadas de lo popular como un cuerpo que no acepta ver- se domesticado por la razón negociadora con la que había pactado –concertacionistamente– la mega-exposición Chile vive . Los énfasis com- bativos del video de C. Barriga resucitan aquella “estructura de sentimiento” ligada al pueblo que Chile vive había apagado de su sintonía políti- co-cultural, para que nada insumiso perturbara los arreglos despolitizadores que transformaron al pueblo en la gente como una masa anónima, es decir, para que las vidas comunes se volvieran dóciles a la completa mercantilización de la vida social regida por el neoliberalismo. El otro sobresalto de la memoria con el que la exposición Chile vive. Memoria activada (2013) agitó el recuerdo pasivo de Chile vive (1987), es el provocado por una obra de Eugenio Dittborn que consistía en intervenir directamente el muro del Centro Cultural de España en Santiago de Chile con un texto dedicado a Gabriel Castillo y Juan Maino: dos detenidos-desaparecidos. El texto de E. Dittborn es introducido por una cita de Baruch Espinoza sobre el cuerpo, sus afectos y afecciones. Si bien en Chile vive (1987), exis- tía una sección “Derechos Humanos” basado “Quizás sea la mayor – Chile vive – y más ambiciosa empresa de difu- sión (y dilusión) cultural chilena. Ni siquiera al interior de la cloaca se había tentado nunca una juntura de tales dimensiones y comple- jidad… Pero hubo aquí vacíos fatales, de obras, de textos, de au- tores, de géneros para los cuales siempre hay o debería haber, creo yo, presupuesto de reparación, es decir, criterio y voluntad política de re-armado por cuanto pesaron como huecos olvidados que eran, desdibujando en ausencia el mis- mo manifiesto y sintonía que esta empresa quería declarar: “en Chile, a pesar de todo, etc.”… Problema este –sistematizar en el espacio de una muestra, obras que fueron producidas en el desvinculamiento político de todo sistema social– no suficientemente pensado para esta movida”. Gonzalo Díaz, Chile vive. Memoria acti- va . Editora: Paulina Gutiérrez, Santiago, CENECA, 1987, pp. 34-38.
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