Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

107 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada atenta a la propia trayectoria de tu trabajo, a los motivos que han organizado tu escritura, pare- ce confirmar la tesis de que el arte contempo- ráneo ha dejado de ser poseer el peso simbólico que la modernidad crítica le asignaba. Al pare- cer la pregunta por aquello que despunta en el presente, la pregunta por lo contemporáneo, ya no habría que buscarla en el trabajo del arte. Nelly Richard : Yo creo que sí tienes razón en que la Avanzada tuvo una relación apremiante y desgarradora con sus propias condiciones de historicidad que la lanzaron a un presente hostil con obras y textos que, por así decirlo, no tenían otra elección que la de volverse artísticamente posibles cuando la censura militar del período quería declarar imposible la existencia misma de cualquier contenido de oposición política. Se dio así una arriesgada y frágil contemporanei- dad –en el sentido de “lo que existe al mismo tiempo” aunque, en el caso de la Avanzada, en términos casi irresolubles– entre: 1) lo desolador del efecto traumático generado por las supresio- nes y mutilaciones del golpe militar en la narra- tiva utópico-revolucionaria; 2) la urgencia vital de reponerse a la tristeza de la desolación para manifestar una ética de la denuncia que conde- nara, mediante el arte, lo que estaba sucediendo en el entorno; 3) la desconexión semántica ge- nerada por la rotura de los vínculos entre len- guaje y representación debido a los quiebres del trasfondo de la historia; el desafío teórico-po- lítico de reconceptualizar el arte asumiendo la dislocación de los códigos artístico-culturales de la tradición. La Avanzada respondió a lo ani- quilador del golpe militar con el contragolpe de una descarga de imágenes, materiales, técnicas y significaciones que exploraban formas de re- sistencia crítica frente a la violencia totalitaria mezclándose con el acontecer , es decir, ideando “La condición nihilista del proceso globalizador no se debe, enton- ces, a la desazón de Thayer o de cualquier afligido testigo de fines del siglo XX, sino que expresa la indiferenciación radical entre pensamiento crítico y facticidad, es decir, la imposibilidad de ela- borar un metacriterio para tomar distancia del predominio mudo y brutal de dicha facticidad. … Esto, ciertamente, resulta intolerable para el ánimo transvalorador de NR, quien concibe su propia prác- tica intelectual como permanente cuestionamiento de las lógicas macrofísicas y deterministas del fin de la historia. De ahí entonces el nihilismo de Thayer… En otras palabras, ahí donde tenemos una práctica transvalorativa y desean- te, cuya pulsión escritural enfatiza los desmarques con respecto al poder de la representación, se nos propone un habitar reflexivo en el horizonte nihilista del neoliberalis- mo, no para superarlo, en un gesto que lo confirmaría (lo abastecería), sino para interrumpirlo mediante su debilitamiento.” Sergio Villalobos-Ruminott, “Moder- nismo y desistencia. Formas de leer la neo-vanguardia”. Revista Archivos de filosofía Nº 6/7, UMCE. Santiago de Chile.

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