Cuerpos de la memoria: sobre los monumentos a Schneider y Allende

54 para, con ello, anular la función gubernamental de los dispositivos retóricos del pueblo y el estado socialistas. Hay que considerar que tales disposiciones narrativas son fundamentales para que los monumentos, la estatuaria, los memoriales y los signos referenciales tengan la consistencia ritual que necesitan para generar marcas identitarias en la ciudadanía, por ello, al anular sus correlatos simbólicos la masa escultórica se convierte en un objeto residual cuya apariencia cosmética ya no puede organizar una experiencia comunitaria de la temporalidad. En el caso del monumento al General Schneider lo anterior es más patente todavía, por tratarse de una figura que no ocupa un primer lugar en la historia reciente chilena. En efecto este monumento tiende a perder su significación original de lealtad y rectitud moral para reflejar, en su carácter ascendente, vertical, el deseo neoliberal de un crecimiento económico sin fin, Paradójicamente, esta lectura es reforzada por el carácter no figurativo de una escultura que anteayer recurrió a la abstracción para enaltecer, más que a la persona en sí, a la trascendencia valórica de su gesto, es decir, la negativa del general a participar en el derrocamiento de un presidente constitucional. Extraviado en medio de los flujos vehiculares y las modernas arquitecturas circundantes, no son evidentes ni fácilmente alcanzables los indicios existentes acerca de su vinculación con los acontecimientos que antecedieron, anunciándolo, el golpe de Estado de 1973. Más bien, por su depurada estética modernista, sus “dos prismas verticales de acero refulgentes porque reflejan el sol en juego siempre cambiante” –según la descripción de Virginia Vidal 7 – tienden a alimentar el equívoco, al punto de parecer sostener un diálogo cordial con el entorno. Tal vez por ello no lo han echado abajo. El monumento a Salvador Allende representa al presidente en forma más o menos fiel, en especial por el uso de sus característicos anteojos de marco grueso, pero carece no sólo de la altura otorgada a otras figuras republicanas, sino también de toda referencia explícita a su misma condición presidencial en las placas conmemorativas. Sin duda que el edificio contiguo de La Moneda recuerda indefectiblemente su caída, 7 Vidal, Virginia, Punto Final Nº 845, 2016. Mauricio Bravo

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