Cuerpos de la memoria: sobre los monumentos a Schneider y Allende

44 erigido en el período de posdictadura conocido como “transición a la democracia” (1990-2010): el proceso se inicia en 1991, con una moción presentada en la Cámara de Diputados para homenajear al presidente Salvador Allende, asesinado durante el golpe de Estado de 1973. En 1994 se abre el concurso público de escultura, del cual resulta ganador Arturo Hevia. El monumento es inaugurado en la Plaza de la Constitución el año 2000 por el presidente socialista Ricardo Lagos. Debido a la acción del régimen militar durante diecisiete años, los gobiernos de la Unidad Popular y de la Concertación de Partidos por la Democracia mantienen profundas diferencias en cuanto a los proyectos políticos y las sociedades en las que actúan. La Unidad Popular, aunque por una vía electoral, adhiere a una causa socialista revolucionaria. La Concertación incluye a una izquierda renovada que, en alianza con la Democracia Cristiana, opera “en la medida de lo posible” debido al trauma que significó la represión, a los amarres constitucionales que legó el régimen militar y a las profundas modificaciones sociales que éste instauró, vía “revolución silenciosa” neoliberal. En efecto, así como el Chile que demanda conmemorar al General Schneider es un país en el cual los deseos, las voluntades y las creencias de la población han sido sometidos a un profundo y radical proceso de politización, la estatua de Salvador Allende señorea en una urbe neoliberal diseñada específicamente para anular y desarticular todos los signos de nuestra vida política. No obstante, la complejidad inherente a los procesos sociales o la naturaleza paradójica de los cambios históricos del último siglo hacen que ambas realidades, en el presente, se puedan percibir afectadas por una profunda simetría o destino especular, como relación de imagen reflejo que resulta aún más significativa que la delineada por aquellas diferencias. La conexión entre politización y despolitización, a mi parecer, es una de las características que signa la singularidad de lo contemporáneo local, pues nuestra época se caracteriza no tanto o simplemente por ser distinta de las que le precedieron, sino por ser el momento histórico en el cual los códigos y protocolos de representación que daban sustento a nuestra vida democrática antes de la dictadura, en particular durante la revolución socialista llevada a cabo por la Unidad Popular, han Mauricio Bravo

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