Cuerpos de la memoria: sobre los monumentos a Schneider y Allende
38 Con relación al polémico proceso que antecedió a la realización del monumento a Allende, es relevante para la hipótesis que aquí expongo subrayar la lógica transacción que tuvo lugar en esa oportunidad. El proyecto de ley que autorizaba el monumento fue aprobado recién en su tercera presentación en la Cámara del Senado, debiendo a cambio los senadores socialistas apoyar una ley presentada anteriormente en favor de un monumento al senador UDI Jaime Guzmán, asesinado en abril de 1991. En su documentada investigación la socióloga Javiera Peña señala: “La negociación de Guzmán por Allende puede ser interpretada como una expresión de la política de los consensos. A través de ella fue posible equiparar no solo dos personas muy disímiles entre sí, sino también reconocer institucionalmente la relevancia de ambas en la memoria del país” 11 . En efecto, la transición a la democracia demandó una serie de acuerdos, tanto explícitos (comenzando por la inevitable aceptación de la Carta Constitucional sancionada en 1980 durante la dictadura de Pinochet) como tácitos. Sin embargo, lo esencial es la consolidación de la autonomía de la esfera económica con respecto al poder político. El progresivo “ensimismamiento” de este lo va a transformar hasta el día de hoy en un terreno de negociaciones que la ciudadanía observa cada vez con mayor distancia. Expresión natural de este proceso es el hecho de que el monumento a Allende comparece finalmente en la Plaza de la Constitución junto a quienes históricamente representaron proyectos políticos incluso adversarios: Diego Portales, Eduardo Frei Montalva (obra del mismo Arturo Hevia) y Jorge Alessandri, a los que se suma el monumento a Pedro Aguirre Cerda. Una especie de escena “neobarroca”, en que la historia adelgaza su espesor narrativo y se transforma en un baile de máscaras en medio de una escenografía que agota su verosímil en el espacio público. Desde una perspectiva historiográfica, la escena que arriba describo podría denominarse “presentismo”, recurriendo al concepto desarrollado por el teórico de la historia Francois Hartog: “nuestras experiencias cotidianas son las de un mundo que privilegia lo directo y lo interactivo, el tiempo real (…), que habla más fácilmente Sergio Rojas 11 Peña, Javiera, Morandé 80 y Monumento de Salvador Allende . Marcas territoriales de memoria del pasado reciente en Chile (2000 - 2011), Memoria para optar al Título profesional de Socióloga, Universidad de Chile, 2013, p. 70.
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