Cuerpos de la memoria: sobre los monumentos a Schneider y Allende

26 Dos muertes, Schneider y Allende, entre las cuales transcurrieron menos de tres años y que dan cuenta de la violencia política que entonces se vivía en el país. Se trata de una violencia que es legible políticamente , esto es, una violencia que expresa un conflicto ideológico directamente relacionado con la disputa por la conducción de la Nación. Sin embargo, como veremos, la figura de Allende nombra un tiempo que trasciende dicha lectura. Entre la realización de ambos monumentos conmemorativos pasaron casi tres décadas. Un tiempo largo en el que todo se transformó, tanto en el país como en el mundo, incluso se alteró radicalmente lo que cabe entender hoy por memoria y por historia. Mi hipótesis en este escrito es que en esta diferencia temporal encontramos una clave para reflexionar el sentido de aquello que, desde el presente, se denomina la historia contemporánea de Chile. Una de las condiciones necesarias para escribir la historia (para comprender históricamente el pasado) consiste en que, de alguna manera, el pasado en cuestión se haya cerrado sobre sí respecto al presente. Se determina entonces un acontecimiento a partir del cual ese tiempo por historiar se transformó en un período , es decir, en un tiempo –en un proceso– que corresponde a otra época. Mientras esto no ocurre, mientras el pasado inmediato no se cierra sobre sí a nuestras espaldas, el presente está aún cargado de pasado, cuando las tareas de la memoria obstruyen en cierto modo la posibilidad de abrirse a un futuro. Para los modernos, los monumentos tenían el sentido de una despedida con honores del pasado, un homenaje a aquellas figuras sobre cuyos hombros –parafraseando a Newton– el presente se erguía para construir el futuro. Pero en esos treinta años que median entre el monumento a Schneider y el monumento a Allende el sentido de qué sea un monumento cambió, este se transformó más bien en el signo de lo que quedó pendiente, del acaecer de una interrupción, la persistencia de una historia trunca. Iván Jablonka, profesor de historia contemporánea en la Universidad París 13, señala que “la historia introduce inteligibilidad en la vida de los desaparecidos, en nuestras existencias llenas de ruido y de furia, a fin de que el mundo sea menos confuso y la realidad menos opaca” 1 . A 1 Jablonka, Iván: La historia es una literatura contemporánea. Manifiesto por las ciencias sociales , Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2016, p. 147. Sergio Rojas

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