Escultura y contingencia 1959-1973

93 Escultura y Contingencia 12 Tragedia es vuelto a ocupar en el sentido de dionisiaco que le da Nietzsche, rescatando así su sentido disolvente o disolutivo del carácter apolíneo del espacio expositivo. 13 Nancy, Jean-Luc, Corpus . Arena Libros. Madrid 2003. Pág. 33. las piezas y partes de su montaje comparecen azotadas por fuerzas cuyo origen nadie podría precisar o definir; todo en este montaje se derrumba y se desploma, la tragedia 12 invade la totalidad de la arquitectura y, con ello, se viene abajo todo intento de establecer un centro sensorial que lo unifique y ordene. Esta apertura a una dimensión sensible de características dispersas y rizomáticas me parece esencial porque incorpora al lenguaje de la escultura local una concepción de lo escultórico en la cual las acciones de amontonar, tirar, botar, hacer caer, apoyar, dejar, abandonar, arruinar etc. se convierten en componentes base de una poética espacio-temporal que reflexiona lo americano desde sus escansiones, es decir, que lo piensa desde los espaciamientos entre cosa, cuerpo y lugar y, también, a partir de los intervalos que se generan entre temporalidades disimiles y yuxtapuestas. Ahora bien, gracias a esta comprensión no monolítica del espacio y la temporalidad escultórica se logra liberar la forma tridimensional del dominio ocular que mantiene restringida su polisemia y pluralidad semántica. Tal superación o desborde del poder totalizante de la mirada es indicativo de que las lógicas de producción de la escultura chilena de los 1970 se orientan hacia una idea de la americanidad que ya no está sostenida en una visión del mundo, sino en una apropiación del mundo entendido “como poblamiento proliferante de los lugares (del) cuerpo” 13 .

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