Escultura y contingencia 1959-1973
12 Las transformaciones que estaban aconteciendo especialmente respecto de la contingencia política –y que se traducen en la escultura en nuevas formas de abordar el objeto, el espacio y fundamentalmente la relación con el espectador- quizás no han sido leídas con la intensidad que merecen. Persiste la sensación de que algo quedó fuera del marco. Un viejo catálogo perdido, guardado en unos cajones, abre finalmente la ventana hacia ese espacio de tiempo: una exposición de 1971 con obras que nunca fueron referidas, donde solo algunos de esos artistas siguen vigentes. Obras que parecen anticipar lo que pasaría casi 20 años después, pero que debido al profundo corte producido en 1973, los jóvenes de finales de los 80 no conocían. Claro; la joven escultura chilena de finales de los 80 no tenía cómo enterarse que sus experimentaciones con materiales pobres y colores ya habían sido intentadas. La interrupción histórica producto del golpe de Estado impedía saber que papeles, arpilleras, cola, engrudo, cartones, plásticos, hojas, yesos, maderas, escombros, ya habían visitado las salas donde se exhibía la escultura chilena, muchas de ellas también desaparecidas. Pero más aún: hubo una escultura que absorbía su tiempo, que rompía con viejos paradigmas, irreverente, que se alejó de sus maestros, pero 20 años antes. Algunas de esas historias fueron encontradas en un pequeño catálogo perdido entre las cajas de libros, olvidado como mucho de lo que escondía entre sus páginas. La bajada al objeto La escultura no alcanzó nunca a constituirse como un igual a la pintura, discursivamente hablando. Las discusiones entre el Grupo Forma y Espacio y el Grupo Signo , fundamentalmente en torno a la cuestión de la representación, nunca encontraron una voz en la escultura que se constituyera en un interlocutor válido sobre las cuestiones en que versaron tales disputas, y como bien Escombros, despojos y desperdicios
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