Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público

75 La última pregunta que debemos hacernos frente a estos hechos es dónde empiezan a construirse las nuevas subjetivaciones urbanas. Al parecer y por fuerza de los mismos dispositivos que hoy en día convierten el territorio a pura información y que reducen a la materialidad física de la ciudad al tránsito de átomos tanto humanos como no-humanos, las nuevas subjetividades parecen cristalizarse, esta vez, en un campo paralelo a la realidad concreta de las urbes. Álvaro Cuadra lo denomina la ciudad virtual . Ella misma es el mejor ejemplo del habitar trágico, puesto que se trata de un territorio sin exterior, excesivo e ingobernable. Allí proliferan las plataformas en donde los usuarios consumen un servicio al mismo tiempo de generar un producto: se trata, en buenas cuentas, de la masiva inscripción en facebooks, fotologs o en la versión extrema del Avatar (AV) de Second life, en donde el producto ofrecido es el diseño del o los perfiles que el propio usuario hace de sí mismo, mediante la administración de un conjunto de informaciones, todas ellas susceptibles de modificarse o ampliarse para la construcción de subjetividades débiles. Más aún, en estos dispositivos el cuerpo aparece virtualmente intervenido, mediante la incesante manipulación estética de fotografías domésticas o del modelado en 3D en el caso de los avatars de Second life. Estas subjetivaciones virtualmente constituidas, cuando se enfrentan al espacio público concreto y real de la ciudad, no pueden sino vivir una completa desafección y extrañeza que los obliga a recoger sus cuerpos, cuidadosamente diseñados, a la seguridad domiciliaria e hiperconectada del espacio privado. Y si, no obstante, logran sobrevivir a la calle e incluso instituir y conformar lugares urbanos que acojan sus identidades, ya no sería la realidad la que se torna espectáculo tras su virtualización, sino que es la espectacularidad de las subjetividades virtuales la que se anula al tornarse realidad urbana. Si bien no es ni un fenómeno dominante ni tampoco el único, la subjetividad virtualmente constituida y a-tópica, al proyectarse sobre el espacio urbano y disponerlo materialmente para su acogida, constituye el José Solís

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=