Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público
67 consistente en marcar el límite entre lo humano y la naturaleza, se ha disuelto progresivamente por una extralimitación de la voluntad de dominio, que ya no deja sobrevivir al misterio y al caos más allá de algún límite reconocible. La ciudad contemporánea, bajo este efecto, pareciera ya no ajustarse a las condiciones del habitar clásico. El carácter de obra de arte total, que tanto el diseño como la arquitectura y el urbanismo modernos pretendieron darle a la ciudad, sólo funciona en el convencimiento de que el ordenamiento territorial se encuentra al servicio de una subjetividad fundante que le imprime su sentido. Por ello, bajo la meticulosa planificación de funciones concebidas por el Movimiento Moderno, siempre se encontraba la solidez sensorial y ergonómica de un cuerpo trabajador. Si la ciudad moderna tuvo la metáfora laboral de la máquina para vivir , la ciudad contemporánea pareciera haberse transformado en aquello que la empresa clásica insistía en dejar fuera: la ingobernabilidad Composición VIII, Wassily Kandinsky, 1923 José Solís
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