Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público

Estéticas de la Intemperie 62 trazar la convencida diferencia entre un interior y un exterior. Lo que la cabaña viene a centrar en su levantamiento es la convicción del carácter preconstituido de un sujeto de voluntad que sólo puede habitar si se separa de lo que, por definición, carece de ella: la naturaleza. Como acto de decidida fronterización, la arquitectura representa la expulsión de toda indisposición que complique a este sujeto originalmente discontinuo y extraño a aquella vastedad ingobernable que se agolpa amenazante en las bordes exteriores, y que no puede comparecer más que como exceso. La continuidad entre el cuerpo impostado de Adán y su mimesis emplazada en la cabaña primitiva, pone en evidencia la comunidad original entre cuerpo y piedra, soma y materialidad arquitectónica, unidas en una dimensión del habitar que bien podría denominarse como clásica . De hecho, una dimensión clásica del habitar connota primordialmente la instauración de un orden interior mediante el cual la voluntad se afirma y celebra su diferencia al separarse de la inhumana y desobediente caoticidad natural, en donde todo exceso debe ser expulsado a la exterioridad. La misma dinámica es posible de encontrar en la ciudad pensada por Vitruvio, repuesta posteriormente por el imaginario del siglo XV, fuertemente acorazada y hábilmente astillada en sus bordes para la tranquila resistencia frente a los embates extranjeros de la naciente artillería moderna. Ante el desenfreno exterior de la guerra y la conquista, respira aliviado el orden interno de las clases y las castas, remedos, quizás, de lo que Platón recomendó para su Politeia . Ahora bien, el ordenamiento interno de la ciudad restado del marginal desorden natural y bélico, es exactamente la estructura de la subjetividad moderna. En ella, el cuerpo es la primera envolvente que, tras recibir el caos de lo sensible y organizarlo según los marcos de la de percepción, luego es conminado a resolver los datos de la intuición en la consistencia del tiempo y del espacio. Ciudad, subjetividad y cuerpo, todas ellas constituyen el rédito de un habitar clásico del mundo, en donde la exceso de la naturaleza, la guerra y la sensibilidad desbocada, deben quedar a raya.

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