Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público
Estéticas de la Intemperie 48 ¿Pertenezco a la carne y la piedra? Los habitantes de Santiago se volvieron masivos en los años 60 y 70, cuando las condiciones modernizadoras intentaban planificar la ciudad ante la arremetida de corrientes migratorias poderosas que venían de la zona rural 13 , especialmente del sur del país. Desde la década del treinta el crecimiento urbano comienza a agudizarse en los bordes y serán las comunas de Quinta Normal y Pudahuel (otrora Barrancas), por el occidente; San Miguel y la Cisterna, más las nuevas zonas creadas por la regulación militar en los años ochenta (donde se agrupará un núcleo duro de pobreza urbana), por el sur; Ñuñoa, Providencia y Las Condes, por el oriente, donde la fisonomía de Santiago se enfrenta a un cambio estructural que fomenta la colisión de culturas letradas, emergencias populares, comunidades electrónicas y reductos étnicos. La urbanización ha logrado convertir a Santiago en un ajedrez lleno de piezas sobrantes reclamando un sitio en el tablero. En 1952, la ciudad tiene 1.489.386 habitantes 14 : un conglomerado significativo viene a ella para mejorar sus expectativas, sobre todo por la oferta de trabajo que generan las políticas de industrialización, pero a su vez esto crea una grave crisis administrativa que se expresa en la carencia de viviendas. Entre 1940 y 1952, el área residencial del Gran Santiago creció cerca de un 40% y sólo dos comunas (de las 17 existentes) conservaron su carácter rural: ‘La transformación de suelo agrícola en tierra urbana es un proceso predominante de esta época y los más pobres ocupaban ilegalmente algunos terrenos para construir habitaciones precarias conocidas como ‘callampas’ 13 Según diversas fuentes consultadas las migraciones en Chile fueron sostenidas y ascendentes: entre 1907 y 1960 se calcula que cerca de 950.000 personas llegaron a la ciudad. Asociado a ello estaban la pauperización, la vivienda improvisada y la imposibilidad de acceso a los bienes públicos básicos (salud, educación, seguridad, etc.). Este hecho explicitó un tipo de arquitectura precaria realizada con desechos, cartones, plásticos y calaminas que se dio en llamar callampas (por su rápido crecimiento) y que venía a competir con los conventillos, donde solían refugiarse los sectores medios bajos y pobres arrendado piezas de antiguas casonas. 14 Es importante destacar el proceso de aglomeración demográfica de Santiago, pues éste tiene consecuencias directas en las políticas que se asumieron en el periodo industrial-desarrollista y luego en el neoconservador de mercado. Respecto al primero la documentación histórica señala que: en 1895 la población era de 256.403 personas; en 1907, 332.724; en 1920, 507.296; en 1930, 696.231 y en 1940, 952.075.
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