Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público

37 -justamente lo que esquiva la memoria oficial- para desplegarse en la urbe en forma de multitud e indistinción. En los años ochenta el sujeto popular era peligroso por su desorden e insolencia política, representaba el signo de la utopía callejera 1 . La transición democrática se esforzó por desarmar el son inconstante de la protesta y generar un lento mecanismo de disolución de lo político y lo social. Después de eso lo popular quedó circunscrito en la textura posdictatorial a la narración del desborde y la delincuencia. Desde la perspectiva histórica: ‘ El hemisferio popular de la ciudadanía, en un cuarto de siglo, ha debido mudar cuatro veces su identidad histórica. Articulándose, a veces, como ‘masa seguidora’ en el centro físico del espacio público (la Plaza de la Constitución, La Alameda). Otras veces, como ‘grupo de acción directa’ en el centro físico del espacio comunal (la calle, la población). O volviendo a ocupar, por un lado, los ejes de la ciudad, a fin de lubricar la adecuada ‘circulación de las elites’. Para terminar, por último, ensayando ‘redes’ de consistencia tenue pero vinculación amplia, que le permitan catastrar y ensamblar toda la ancha variedad y transversalidad de la autonomía ciudadana’ 2 . Los años noventa, más pragmáticos y desconfiados de las épicas nacionales de lo popular, hablan de personajes trizados, solos y desconectados. El bailarín sin música que interrumpe la rutina vehicular de la Estación Central; el hombre vestido de mujer que pasea sus pertenencias en un carro de supermercado y se presenta a sí mismo como el Anticristo , vendiendo especies raras y literarias en calle Portugal (al costado de la casa central de la Pontificia Universidad Católica); la abuela de los bancos que construía unas intrincadas casitas con cajas de cartón en la Plaza Brasil; el enigmático gloria al Pulento, cuya devoción a Dios lo llevaba a predicar un evangelio lóbrego en Ahumada y sus alrededores; el Falabella , un caminante desquiciado que se expresa por onomatopeyas breves e intraducibles; Carlos Ossa 1 En el periodo de la dictadura militar se hizo común el proceso de erradicación forzada de los sectores pobres, quienes eran ubicados en la periferia, en zonas de difícil acceso a la ciudad, desconectados del centro político y negados por los medios de comunicación. Más de 180 mil personas salieron de los campamentos en que vivían, fueron separados de las comunas a las que pertenecían y desarraigados socioespacialmente. 2 Gabriel Salazar y Julio Pinto: Historia Contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudadanía, ediciones Lom, Santiago 1999. Pág. 119.

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