Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público
285 y lo antiguo representado por el muro de ladrillos original del edificio, que ahora hace de cerco perimetral de ese recinto público, bajo techo. La instalación estaba compuesta por 37 pequeñas planchas con figuras diversas, la relectura de los grabados, que servían como oscura pantalla de reflejo para igual número de ampolletas de bajo voltaje sobrepuestas, conectadas a la fuente de energía eléctrica, iluminando levemente las pequeñas placas instaladas en el muro histórico, perimetral al recinto. La serie nos hacía descender, como si estuviéramos siguiendo el enigma que nos muestra Igitur, o desfilando una prosodia salmódica, pero el descenso concluía para subir luego hasta llegar a un muro, o una esquina que lo terminaba simplemente interrumpiéndolo, obligando a devolvernos como en un ritual pendular y dejándonos rodeados de preguntas. Posiblemente nos obliga a pensar en las piezas faltantes que podría igualarla al testamento de Rouault, o quizás es que nos lleva al interior mismo de nuestra conciencia, o simplemente su falta de cierre, es replantear la pregunta por lo inconcluso, lo que se repite una y otra vez interminablemente, como cuando a la orilla del mar escuchamos de noche el interminable golpe de la rompiente, alternado por el suave sonido del agua deslizándose por la playa en su permanente recomienzo. Hay una ausencia o carencia original en que se basa toda creación posible, y la posibilidad de obra puede ser el comentario de la palabra o de su antecedente preexistente. La imposibilidad de una plena autonomía, hacen que cada obra sea el eslabón agregado a una cadena interminable. Parece no haber dudas que hay cierta oscuridad en el origen, también parece evidente que hay constancia de la fragilidad de toda petulante construcción humana. Sólo los decires escritos y el arte, es lo que puede permanecer a la intemperie de la experiencia humana. Y otros muñones de tiempo marchitos componían los muros; fulgurantes figuras se asoman, reclinadas, silenciando la sala. Comentario escrito a: Azar y espacios subjetivos : Poéticas de la Intemperie septiembre 2008– noviembre 2009. Hugo Rivera
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