Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público
269 ‘Unos años mas tarde, si los testigos de tales escenas volvieran a acordarse de ellas, notaban que se habían hecho incomprensibles hasta para ellos mismos. Es que mientras tanto se había operado el famoso cambio; sobrevino casi de repente; debía haber razones profundas para ello; pero ¿Quién es capaz de hallarlas?’* Ahora ya no hay nada en ese patio, y los materiales que se ensamblaron en noviembre de 2007 pretendidamente llenos de sentido han devenido en chatarra o materiales de alguna otra construcción posible. La Intemperie, la calle paradojalmente no es otra cosa que desaparición, sitio extremo de fragilidad de la vida y de la obra de arte como construcción institucional, ese artefacto de visibilidad y lenguaje que siempre quisiera darse a leer. Al final, la patética de un gesto y densidad respecto de nada...donde incluso en el campo del museo o la galería dispuesto para el intercambio entre obras y espectadores, pareciera no haber interlocutor ni testigo y en la intemperie se consume en el verosímil de una excentricidad o en una pura presencia sin fondo, experimentando la fragilidad del sentido en el puro ser cuerpo. Finalmente entonces, cuerpo de la ausencia definitiva, pedazo de mirada, deseo que quisiera fijarse para siempre, para tan sólo dejar su espacio vacío, por siempre suyo.* * Cabe preguntarse críticamente por las nuevas estéticas relacionales, donde el sujeto deviene en comunidad, el espectador y productor tienden a disolverse en un relato común. Sin embargo una comunidad desde siempre implica rezagados y residuos que por su naturaleza o condición no están a la altura. Francisco Sanfuentes
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