Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público

263 provocar ese desvío, la ruptura del devenir cotidiano para que aparezca la calle como lugar de incertidumbre y por tanto de expectativa... No me refiero aquí al arte público que opera en la lógica del monumento y por lo tanto instalado en la familiaridad de que nunca será nuestro paisaje... El arte opera en lo extra-ordinario de la experiencia y por tanto es actividad privilegiada para resignificar estéticamente la calle y devolverla a una dimensión de acontecimiento en que se vuelva habitable para alguna mirada anónima, dueña de una pequeña historia que quizás por unos instantes se transformó en el centro de toda la realidad. Si la calle es intemperie, y la intemperie es el territorio mas frágil de nuestra experiencia, toda certeza como construcción perdurable nos espera a ambos extremos de la ruta cotidiana entre el trabajo, el hacer y nuestro domicilio, y esa ruta es terreno seguro y previsible, pero el desvío, la caída, el encuentro, el fuera de sí... Ahí cualquier gesto de naturaleza artística está al límite de no ser nada, un momento efímero como toda experiencia humana, que aún en presencia desaparece y termina sumándose a ese infinito tramado de huellas muertas que constituyen la piel de las calles. La institución del arte puede recoger la narración del acontecimiento, legitimarlo y articularlo al interior de su campo , en el lugar de la Historia... pero dicha articulación nunca podrá contener ese frágil instante de complicidad que pudiese haber acontecido allá afuera entre ese gesto lleno de intención y un anónimo espectador del cual nunca tendremos noticia, en el lugar de la pequeña historia. Francisco Sanfuentes

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