Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público

Estéticas de la Intemperie 262 un metálico sifón de cerveza y el pequeño paisaje de la mesa. Pensé entonces que nadie sabía lo que me proponía hacer dentro de unos días, qué iban a saber, si sólo era un extraño). Al final de la página 198, aparece un recuadro reservado para el plano del barrio y está vacío; a estas alturas era la última oportunidad para divisar la calle dentro del libro, pero tediosamente continúan listas de oficinas de correos, bomberos, cuarteles de policía, oficinas municipales, iglesias, parece que en la rue des Solitaires no hay nada de eso tampoco. Es como si habláramos del patio trasero de ninguna parte y nadie la viera, salvo quienes la habitan. Leo ahora La Place des Fetes que también mira hacia ella, pero ésta sigue sin aparecer, nunca apareció. Nuevamente las palabras se me van tornando desconocidas, casi como ruidos sin lugar, sólo algunos grafismos evocadores por aquí y allá. La ciudad se va retirando de la mesa. Y la rue des Solitaires, dos cuadras apresadas entre la rue de La Villette y el choque entre la rue des Fetes y la rue Crimée quedó como una curiosidad traspapelada dentro del mapa y la indiferencia de Aragón. Hay lugares a los que nadie llega porque su sonido es casi inaudible. Al parecer, todo ocurría en otro lugar, el polo de gravedad era otro, todo ocurre siempre en otro lugar. Sin embargo, desde ahí, en esa calle que por alguna razón apareció un día tras la iglesia y seguirá apareciendo persistentemente para mí en su silencio, quizás sea posible asomarse hacia esa otra calle que no es la ciudad y que parece no tener límite bajo las luces del alumbrado. Es sólo cuestión de sentarse en la noche a escuchas el silbido del viento inexistente. Siempre habrá calles amarillas como de juguete que se fugan como una expectativa que a la vez es puro presente. Me pregunto entonces por esa otra ciudad plagada de huellas en constante desaparición como constituyendo una nueva cartografía, un nuevo texto que como una voz sorda sin timbre acecha entretelada ante una mirada perdida que pudiese leerla. Hace un rato estoy hablando de trabajos de arte, o bien de gestos de naturaleza artística que accionan en la ciudad y que buscan de manera conciente y sistemática

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