Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público
259 adelante y al azar, de la línea 23 en adelante, intento traducir, aparecen pequeñas casas en rutas desiertas, los grandes carteles LUCILINE, un auto como imagen abandonada cerca de un puente de metal que me parece haber cruzado. Luego la interminable rue Lafayette, de oeste a noroeste (Andre Bretón bajó por ahí el 4 de octubre de 1926, en la página 147 de Nadja (Edición Cátedra de 1997) y caminando por la pequeña plaza con una iglesia cuyo nombre nunca recordó, se cruzó por primera vez con esa mujer que es el inicio de la palabra esperanza que: curiosamente maquillada como si habiendo comenzado por los ojos, no hubiera tenido tiempo para acabar, pero con la raya de los ojos tan negra para una rubia (...) ¿Qué se refleja en ellos, oscuramente de infelicidad y a la vez, luminosamente de orgullo? Leo Avenue Secretain, ese nombre me sigue resonando cercano, baja hacia el parque. Voy a buscar el plano de la ciudad. La calle estaba llena de edificios muertos. Luego del metro Bolívar el camino sigue bajando en el mapa y sin embargo la calle se eleva sobre la ciudad cerca de un depósito que pudo ser de cemento... el parque, por otros motivos toma la forma de una promesa, en efecto, para los surrealistas ese parque era algo así como un lugar donde anida el inconciente de París revelándose noche a noche. Intentando leer no puedo dejar de pensar que la rue des Solitaires sólo se encuentra un par de calles mas abajo y naturalmente su nombre debiera resonar en algún momento de esas páginas. Seguramente se detuvieron, en la rue Manin a lo menos Bretón, Aragón y quienes participaban de esos recorridos. Alcanzo a traducir que la velocidad del automóvil se transformó en un número anormal de ópticas al pasar por Avenue Secretain y rue Bolívar. La puerta del parque estaba cubierta con filas de lámparas de gas alumbrando el camino, en un pequeño lago se yergue una especie de falso castillo que nunca pude ver de noche. Desde ahí se pueden ver las luces de la ciudad que extrañamente continúa más abajo, donde siempre ha estado la pequeña calle inadvertida para todos tras la iglesia de St. Jean Baptiste. Al parecer todo lo importante ocurre más atrás, o mejor dicho más arriba en el mapa. Ellos entraron al parque la noche del relato con un sentimiento de conquista y disponibilidad de Francisco Sanfuentes
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=