Estética de la intemperie: lecturas y acción en el espacio público

113 ::: Fue en 1968, cuando este trío de artistas logra actualizar la tradición muralística cultivada por las remotas obras de Laureano Guevara, Gregorio de la Fuente y Julio Escámez, planificando dicha intervención urbana como una experiencia que sólo es posible de visualizar arriba de tu automóvil. Actualmente, entre los graffittis, las animitas y el desprendimiento constante de las teselas azules, grises y blancas, parece invertirse la idea de sus autores. Un proyecto que parecía estar por sobre los embates de la ciudad –al igual que el Monumento a la memoria del General de Schneider o el edificio de la III Conferencia de la UNCTAD- perdió vigencia urbana dado el prejuicio instrumental de nuestra historia reciente, otorgando a sus ruinas el estatus artístico de lo efímero. ::: Tal vez el esfuerzo mayor de integración entre las artes y la ciudad, utilizando (e intuyendo trágicamente) lo efímero de las circunstancias, fue la Brigada Mondrian. Contemporáneos de los proyectos colaborativos de Bonatti, Ortúzar y Vial, esta banda de artistas proponían el cultivo de un clima participativo similar a las brigadas muralistas y los reformistas universitarios pero resolviendo los antagonismos culturales heredados de Rectángulo y Signo. En las pretensiones, ganas de hacer y el modo de abordar la experimentalidad de esta agrupación, será posible identificar subtextos críticos que permanecerán en proyectos de dos de los ex-Mondrian más conocidos, Francisco Brugnoli y Virginia Errázuriz. ::: Ambos no sólo fundarán en 1981, junto a otros artistas exonerados de la Universidad de Chile, la primera institución chilena dedicada programáticamente al uso del espacio público como operación artística crítica: Arcis. También organizan Arturo Cariceo

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