Reanimación cardiopulmonar del adulto

electrolíticos, que requieren de un trazado de doce derivaciones, realizado cuando el paciente se encuentre estable. En la práctica, para decidir que el paciente requiere una desfibrilación, basta con dos criterios: el trazado electrocardiográfico muestra un ritmo desfibrilable y el paciente no tiene pulso. La toma de pulso es parte del reconocimiento del paro y se debe volver a evaluar cada vez que cambien condiciones clínicas y, en forma periódica, cada dos minutos, en conjunto con la monitorización electrocardiográfica, la que se debe realizar por primera vez apenas esté disponible. Los ritmos desfibrilables son la fibrilación y la taquicardia ventricular sin pulso. La fibrilación ventricular y la asistolia (ausencia de actividad eléctrica) nunca generan pulso arterial, por lo que su visualización hace innecesaria su búsqueda. La taquicardia ventricular, en cambio, puede generar pulso. En el PCR, en el que no hay pulso, la visualización de una taquicardia ventricular constituye un ritmo desfibrilable. Al realizar la monitorización en contexto de PCR, utilice las palas o parches del desfibrilador sobre el pecho del paciente, la colocación de electrodos podría significar un retraso de monitorización. La ubicación habitual, dejando al corazón en medio de un arco imaginario que va de una pala a la otra, permite monitorizar (se obtiene una imagen electrocardiográfica 104 REANIMACIÓN CARDIOPULMONAR DEL ADULTO (RCP)

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