Calle... y acontecimiento

abierta y único t tigo que la podria traducir y desplegar ad lan -n su ap rtura... El último instante de un habl que ap na alcanzó a enfocar anhelante ese otro lugar ant d t.ran formar e en una carta... ¿Acaso muchos libro no 11 van ntre sus capas, un mensaje intencionado tan ólo dirigido a cierto destinatario? Consumado ese momento, se van q dando atr · nuevamente plegados, a. eces como pequeño paquetes; en empañadas bolsas plasticas. Trasp p lándo y creciendo ahora tan sólo como papele tomando La forma de algo así como la piel r s c d un m n ~e que ya se va tornando ilegible. Podrla ser ésta la condición d fini iv d La cartas que terminaron de llegar, y tambi · n d aquellas que vieron abortado el inicio de su viaje para i mpr : un rincón donde van quedando sometidas as pura visualidad. Y lo que era su mensaje, no será má qu un susurro en el objeto repitiéndose como una huinch in fin in que ya nadie vea ni oiga nada. Podríamos in ent imagin la d cenas de cartas que se esconden como adorno n la casas de una sola cuadra, cada uno d so papele r pitiéndose a si mismo como una máquina descompue la n un parloteo que si bien es inau– dible, espesa el aire on 1 d solación de voces como espectros que han devenido a s r insoportablemente una cosa. Poco importa ya si las fragm ntamos n infinitos pedazos, formando nuevos y diminutos pedazos de papel enrolla.dos en plástico o diseminado afuera en jírones, como partículas en un muro d la ciud d; cada parte es lo mismo, una totalidad desbancada d lo que fue u sentido. Podrla tratarse de eso, que todas las carta de una ciudad repitan la misma caligr-afia ya impotente, el mi mo monólogo abandonado. Desvanecido su ser en un in tant que quizás si logró entrelazar dos miradas ahora no on nada más que su propia caída. Ocurre que hay una calle con toda sus cartas puestas hacia fuera; pegadas en las fachada . D d la noche, a la vista de nada y hasta la escéptica aman ci ad la ciudad. ¿Qué seña 23

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=