Calle... y acontecimiento

d las ventanas. Son ruidos que no son en ni desde la calle y par cen disociarse innecesarios de la densidad sonora de allá afuera. Luego, a veces, y de igual manera que los obje os ideados y producido n la privacidad de un taller son mudado d lugar, acicalándose tras alguna forma de puesta n escena "pública" que no siempre l es propia y que sin embargo es la única que pudíera finalmente constituirla o verificarla como "obra de arte". Los sonidos, los objetos, como obj tos deben mutarse en otro, para s r aquello que ese espacio le reclama, son fonnat ados, editados si se quiere para ser po ibl inscribirse en lo público de la o na a la qu supone debieran pertenecer, al menos acceder... Sin embargo en este movimien o algo quízás nunca logró salir de aquellas habitaciones algo dejó de ser en el camino. Hay manch y sonidos, tambien mon on · d papeles de e$critura que se dejan atrás corno desechos inapropiados. Hay crujidos en lo cabl s enredados en el suelo, voc y pisada , charcos innecesarios en la elaboración de lo publico y qu sin embargo pudieran ser por i mpre el molde que recorta el Jugar de un acontecimiento intraducible en el campo de la in cripción. Ahora hay una habitación a menudo vacia con parlantes tirados por ahí en ·u po ibilídad de comenzar a víbrar afu T como lo que provi ne d otro lugar y que no quier er otra cosa que el elado ronquído de las calles. Para nosotros se trataba de eso, del limite de aquella di ociación. Pensábamos en el sonido de este paisaj que hemos de contemplar, recorrer y e peri-mentar dia a día y donde a menudo nada parece trascender su puro acontecimiento. $ trata de lograr algo así como "música", nuestro onidos entendidos como objetos y ma erialidad su ceptible de articularse según y entr la sintaxis de estas calles que se espesan dia a día con torrentes de roídos, huellas en suspensión; millon s de siluetas que se cruzan, se apri tan y u dan con la espalda fria por la sombra qu" se frota a sus espaldas. 1 5

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