Take & run

La caseta de vigilancia es una especie de arquitectura del margen, una arquitectura de colonización: un habitáculo mínimo, autónomo y en el mayor de los casos unicelular, cuyo programa consiste en resguardar en su interior el cuerpo de un observador y, a la vez, situarlo en una posición privilegiada. Su rendimiento arquitectónico está determinado tanto por su ubicación estratégica como por su capacidad para ocultar –y sugerir– la presencia de un posible vigilante. En otras palabras, la lógica de su emplazamiento excede a ese cuerpo: la caseta no sólo es habitada sino que además habita un espacio, es decir lo produce, amplificando la presencia del vigilante sobre el territorio. Desplazadas, sin embargo, por el desarrollo de un sin número de medios electrónicos, las casetas hoy resultan obsoletas en lo que a dispositivos de vigilancia se refiere. En efecto, la mayoría de ellas se encuentran deshabitadas y su identidad, por tanto, equivale a poco mas que a un espantapájaros. Uno podría pensar, entonces, que su presencia, así como su distribución geográfica en las tramas urbana y rural, responde tanto a la voluntad por reglar los espacios y los cuerpos que por ellos transitan (sometiéndolos al control o a la prohibición como al deseo de instaurar en el imaginario colectivo la ficción del desorden social y así justificar la presencia ubicua del poder y sus mecanismos represivos. Take & Run consiste en una acción sobre el espacio por medio de fotografías tomadas a casetas de vigilancia militares, civiles e institucionales. Estas tomas –en muchas ocasiones realizadas al borde de la legalidad y, por lo tanto, con una estrategia de camuflaje, captura y rápida fuga– evidencian la vulnerabilidad y anacronismo de estos dispositivos. Al enfatizar su carácter escenográfico, las tomas proponen desmantelar su condición de realidad. Pablo Rivera | Santiago, 2006 TAKE & RUN

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