Archivo: diálogos iniciales

119 Mario Sobarzo parroquianos. En ese lugar alguna vez un anciano le cantó tangos a su mujer muerta. Esa comunión no era la de las mesas aisladas. En ese sitio todo era colectivo: el dominó en que participaban quienes habían perdido la funcionalidad económica; las declaraciones y confesiones en que a veces discurrían, subiéndose al escenario, que se encontraba al fondo; las fotografías y los recuerdos que los ajenos 17 quisiéramos traernos hacia el tiempo real. Pero, al igual que los ensueños de la embriaguez, que las imágenes del mundo onírico, sólo tienen significación aquí (allí), ahora (ya-no). 18 El 23 de Abril de 1996 despedimos al poeta Jorge Teillier en ese lugar. Los parroquianos de ese antro no sabían quién era, sin embargo deben haber bebido con él muchas veces. Habían recibido al extranjero como proxenos, aquellos mediadores que sustituían a la comunidad que no se hacía cargo de quienes no podían permanecer entre los muros de la ciudad, sino a título de huéspedes. Recibían la extrañeza con la misma actitud que el dios les enseñó los últimos 2 milenios, luego de su persecución y captura. Sabían que el sufrimiento verdadero lo tendrá quien se niegue a reconocerlo (como lo aprendieron Penteo o Licurgo). Los bacantes que habitan esos bares saben que, a veces, la muerte deja paso a la libertad de los fantasmas que se reúnen en torno a la locura del dios demente, el anfitrión ideal de quienes no son nada, salvo pueblo. Igualdad en la miseria material de hoy y en la riqueza existencial de un ritón servido, esperando por una nueva libación. 17. Al igual como Dioniso es el dios extranjero, nosotros, los ajenos, los extraños a ese lugar, somos los únicos que (aún) vivimos en él. El extranjero no era el bárbaro, sino el griego de otra ciudad. Dioniso en cuanto dios epidémico, viajero, errante, ayuda a las normas de convivencia entre griegos. Para el sentido de la extranjería dionisiaca, véase: Detienne, M. Op. Cit. 18. Eurípides. Op. Cit. (919 – 922). “En este momento me parece ver dos soles, y una doble ciudad de Tebas, con sus siete puertas. Y tú me pareces un toro que ante mí me guía y que sobre tu cabeza han crecido cuernos”.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=