Archivo: diálogos iniciales
105 José Llano-Loyola su inspiración poética construyen un representar el sueño de la utopía. El habitante de la casa transparente donde habita la imaginación, según el imaginario poético del puerto son ejemplo de estas coexistencias de una experiencia de diferentes realidades, que representan y reelaboran el imaginario de esta ciudad. En palabras de José Lezama Lima: la imaginación fue un principio de agrupamiento, de reconocimiento y de legítima diferenciación , la imagen del espacio se convirtió en estado de conciencia, de la exclusión, la desigualdad y la discriminación. La escena de Valparaíso es el lugar del relato y las representaciones donde emerge el sujeto y su red de relaciones, transformándolo en actor. La comunicación logra articular espacios, y en la convivencia dialógica y la operatividad de la cronotopía construyen territorios donde las fronteras entre lo real y lo imaginario apenas constituye un aspecto diferencial de los sentidos que dan forma a nuestro itinerario vital y a sus relatos de vida. Estas cualidades y condiciones me encaminan a pensar que Valparaíso está construida a partir de una condición matérica donde el sujeto con su huella sobre el espacio, a través de una tectónica, opera a través de la extensión y asociatividad que conmueve y configura una relación de materia y ciudad. Recordemos que para Aristóteles, la condición de materia poseía una cualidad receptiva en su forma, es decir que la materia puede ser todo aquello capaz de recibir una forma, es potencia de ser algo, siendo el algo lo determinado por la forma. Sin embargo en nuestro paisaje cotidiano en Valparaíso cuando nos vemos enfrentados sobre todo a las apropiaciones y resignificaciones del sujeto sobre su espacio público, o su espacio privado, en ¿qué residirá la potencia de la materia en Valparaíso? 30 30. En “Eupalinos ou l’architècte”, Paul Valéry se imagina un diálogo entre Sócrates y Fedro. Sócrates habla de una “cosa tirada por el mar”, encontrada en la frontera entre el agua y la tierra, deshecho enigmático, una de esas “cosas que la fortuna devuelve a los furores litorales y al litigio sin salida de la ola con la orilla”. Fedro pregunta cuál es la materia de la cosa; y Sócrates responde que es “de la misma materia que su forma: materia de dudas”
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