Poéticas de la intemperie
93 31. Alfons de Cervera, “Pintadas”, Ed. Universidad Politécnica de Valencia, Valencia 2006. Huellas e Inscripciones Los muros desde siempre han sido garrapateados como un cuaderno de colegio, como el banco de la sala clases. Sin mayores pretensiones que dejar una marca, delimitar un pequeño territorio con la manifestación de algún padecimiento, rabia…un pequeño deseo o sólo un mensaje. En definitiva eso que a nadie le importa. Marcas que lanzadas a la calle como un simulacro de intimidad materializan la insignificancia, la precariedad y lo efímero ante quién siempre transita y se aleja a sus problemas. Escribir-tomar-tomarse las calles, pero con qué, para qué. En 1998, Cristian Sanhuesa con su proyecto “Pizarras Públicas” se hizo cargo a su modo de esa necesidad de palabras que agobian las calles tanto tiempo silenciadas y luego presas del aletargamiento, aún más, en esos años donde la transición a la democracia tibiamente nos iba adormeciendo en una aparente calma llena de silencio que contenía un frustración difícil de explicitar, púes aún no era rabia explícita frente a un estado de cosas que aún no cambiaba en sus bases; la dictadura nos había acostumbrado demasiado bien al silencio... En ese entonces se podría repetir cansada y lentamente, aquello de poco a poco nos hemos ido quedando sin palabras. Sin espacios donde escribirlas. Sin atentos oídos que quieran escucharlas. Sólo una posibilidad a lo mejor digna de las palabras: el silencio. 31 Sanhuesa, delimita con pintura verde color pizarra algunos muros de la ciudad, escribe, dibuja casi automáticamente sobre la superficie y luego se marcha dejando una caja con tiza y un borrador, vuelve al día siguiente y todos los días, redibuja, ordena, borra y agrega objetos, en definitiva comienza a dialogar con aquellos que trazaron sus palabras en el anonimato. Las pizarras son una mancha más o menos regular de pintura verde sobre los muros ciegos como no-lugares, como los viejos pizarrones de los años noventa y ochenta, los actuales blancos pizarrones de la precariedad educacional, idealmente espacio de conocimiento, de preguntas abiertas, campo para diagramar la realidad y someterla a medida. Cuando el profesor desaparece unos momentos, es espacio abierto e instantes de libertad para escribir y rayar
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