Poéticas de la intemperie

74 Poéticas de la intemperie podido pensar Eduardo Campos algún momento de esos días, imaginar su miedo, imaginarse tomando su lugar por unos instantes como dictándole por encargo a la nada, una explicación diferida a su hijo. Para materializar lo que imagina nunca pudo silenciarse en una interioridad acorralada de dolor y miedo, vuelve entonces a la casa a dejar esos pequeños mensajes en lo que ya hemos llamado intersticios, ínfimos espacios contenedores que deben ser olvidados por la ciudad para existir, para que estos puedan seguir existiendo ensimismados en su ínfima pulsación. Cuando existe una mirada humana, esa calle sucede como posibilidad de desvío a un íntimo territorio franco al acontecimiento subjetivo de habitar unos instantes el centro de la propia biografía, plena de despuntes de memoria. Sin embargo las ventanas siempre ocultan su relato a la ciudad. Hay demasiada pena diseminada en las calles…

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