Poéticas de la intemperie
64 Poéticas de la intemperie rincón... ¿qué se escucha cuando lo observo y lo imagino como refugio?, ¿lo observo y lo escucho porque lo encuadro? Escuchar el sonido de un intersticio es comenzar a percibir la ciudad a las espaldas y cada vez más lejana. Esa especie de susurro resonando al interior de una concha, ya no como un continuo sordo sino como un organismo que vive en su precaria humanidad: Bárbara Vergara, en medio de las primeras acciones del proyecto Poéticas de la Intemperie, viaja el 2012 a vivir a México DF. Ahí, en medio de la exuberancia expuesta de millones de personas está el Zócalo, gigantesca explanada e imán concéntrico de ciudadanía, mundo y vidas. En esa plataforma abierta no hay refugio posible, es el enfrentarse con lo otro en una de sus formas más implacables. Todo se mueve en infinitas sendas invisibles, códigos desconocidos, formas de encuentro aún sin nominar para quien expone su cuerpo a esa apertura sin sustento. La experiencia del ágora en su máximo grado de intensidad deviene comúnmente en agorafobia. Fobia, miedo a los espacios abiertos que podría ser otra acepción de intemperie. Por otra parte, de la ciudad, abrazan y ocultan pequeños trazos de nuestra imaginación bajo la figura de nuestro deseo de querer estar ahí, quedarse oculto en silencio y negación…superados por la prepotencia y exclusión de lo real en el espacio público. Sólo refugiarse a soñar con lo pequeño . Mirar en lo pequeño, sustraerse de la ciudad, del ruido y la propia vida, dejarse estar en el rincón y en el intersticio donde sólo cabe una mirada. Escuchar el sonido de un
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