Poéticas de la intemperie

63 filigrana que se dibuja a sí misma, ahora seductor y paradigmático artefacto neoliberal. Los llamados espacios públicos institucionalmente planificados se constituyen a la luz de los imperativos de la circulación expedita del trabajo, la segregación y el consumo. Una ficción del poder, por tanto la negación sistemática del simple acto de detenerse y dejarse llevar desinteresadamente aquello que se abre ante la mirada y el cuerpo que ya no nos pertenece. Sergio Rojas “Las Obras y sus relatos” Entonces lo que aún logra sustraerse a dicho imperativo y que coexiste como otra capa a contrapelo de la ilusión de lo público, es la calle, tal como ese olor que le invade como suciedad y no tolera pues entraña la destrucción de la idea que tiene de sí misma, en su revés indeseado, en la multiplicación inverosímil de las ficciones . 25 En cada rincón o encuadre cerrado de quienes también miran hacia abajo se abre la posibilidad experiencia que se agota en el puro presente de estar ahí. La pequeñez inabarcable de una mirada imaginante sobre la mínima fracción o intersticio de un pedazo de calle como consuelo, o lo que desde ahí se logre entrever, que puede transformarse en toda la experiencia posible de cualquier sujeto. Quiero hablar ahora de lo pequeño, del relacionarnos con lomínimo, entendido simultáneamente como intersticio e inmensidad íntima. Exiguas oquedades que dan refugio a la mirada, pequeños y complejos universos contenedores de polvo y residuos. Mínimos espacios que desde su abandono y ser a contrapelo 25.Sergio Rojas “Las Obras y sus relatos”, capítulo Desde la calle no se ve la ciudad , Editorial ARCIS, Santiago, 2003. Calle

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