Poéticas de la intemperie
53 encuentra con un territorio rotulado como relieve en la superficie del paisaje tal como las cicatrices de un hecho aún pigmentan. Cascotes de cemento, cada uno parte de algo como una cosa rota en la permanente privación del cuerpo que ha cesado. Estructuras que delimitan y proyectan a lo abierto la forma vacía de algo que se llamó casa sólo por su acción cotidiana de retraer su humanidad cada vez y plena de calor sobre sí misma, reflexionar en su propio cuerpo, tan solo para dejar salir por la ventana una pequeña luz en medio del frío y la noche. Repositorio demarcado de lo que queda, de lo que fueron vidas y voces que fueron humanas y que ahora son eco en progresión hacia el silencio y cenizas sin referente. Carbón crepitando en el silencio de la materia que ya no tiene retorno. Cosas pequeñas que son enunciados sin voz ni palabra que les signifique. Sólo queda ahí la presencia absoluta de lo que ya no es. Reubicar es extraer de lo indistinto de los residuos para denotar su forma incompleta y disfuncional; adosar una frase igualmente fragmentada es De ruinas huérfanas
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