Poéticas de la intemperie

51 Etienne Cristofanini, recorren el cementerio de Cartagena, ruinoso de tiempo, descuido y lo que dejó luego del terremoto de 2010. Recorrer un cementerio, al menos algunos, es deambular por una ruina indistinta de cemento, ladrillos, placas de mármol, de cholguán y baldosas fragmentadas de tal forma que parecen parte de un mosaico imposible que ya no se puede recuperar ni construir, porque en un cementerio nada se puede reconstruir. Polvo de ruinas y desechos que sólo transcurren silenciosamente y en su propio tiempo a la desaparición. Ya no es sólo la cifra y nombre de lo que quedó de alguien escondido tras una lápida, es también la marca cotidiana de la desaparición de quienes imperceptiblemente dejaron de caminar por sus pequeñas calles, del lado de acá de las lápidas, ya no sacudían levemente el polvo acumulado en las superficies como una especie de caricia, no se detuvieron frente a la cifra que era una persona y tentaron un rezo, le hablaron y recordaron…sobre todo recordaron. Ya dejaron de recordar porque dejaron de estar ahí, ellos, los otros, los que estaban de este lado, sin rastros, ni fotografías y probablemente murieron en otro lugar, dejando sin embargo el espacio vacío de lo que alguna vez fue una presencia. Lo que quedaba de vida de quienes ya eran sólo un nombre grabado, a veces sólo dibujado, en tres cuatro tipografías era una leve agitación de cosas intangibles como recuerdos e imágenes empavonadas de colores distorsionados por una memoria que casi siempre remeda pobres fotografía, ausentes ya quienes velaban esas imágenes de este lado no queda más un desmigajado de piedra, cajones de cemento y nada. Molde ya no sólo de un interior sino de las personas que lo completaban y quizás le daban un sentido a su ser cosa en el exterior. 78 nichos intervenidos en junio de 2012, 78 escenarios iluminados como transitorio museo de la desaparición y el anonimato. Un museo de cosas ya insignificantes . Quien pudiera contener aún y relatar la pequeña historia de cada uno de esos paralelepípedos vacíos como cajas de zapatos disfuncionales. El viejo sepulturero de Cartagena, había sido enterrado el día anterior a la intervención. Posteriormente el 2013 en un viaje a Lonquimay, Robles realiza una reubicación de vestigios. Se trata de una casa quemada y silenciada. Se De ruinas huérfanas

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