Poéticas de la intemperie

42 Poéticas de la intemperie Enmarzo del año 2012 Cristobal Bouey abordaba distintas formas de recorrido por calles de Santiago. En principio bajo la forma de un tanteo con cuestiones en el momento bastante indeterminadas. Primero se trató del nombre de las calles que cotidianamente recorremos por nuestros asuntos en el centro, generalmente guiados por alguna razón utilitaria. Calle de la Catedral, calle de los Huérfanos, de la Compañía, nombres mecánicamente pronunciados desde que tenemos memoria. Finalmente aquella recurrencia de esos nombres no se materializó en una obra o intervención, sin embargo quedó dando vueltas lo más importante: Uno debe intentar convertirse en una especie de “recién llegado” para volver a escuchar, o escuchar por primera vez la resonancia de esas palabras y dejarse provocar por esa historia compleja e indeterminada que pudiese entrañar. Como todo lo que ha sido pronunciado, en la mecánica implacable del uso cotidiano, las palabras pierden rápidamente la densidad de su enunciado. ¿Qué puede entrañar en su primera aparición ese espacio a recorrer nombrado como la calle de los huérfanos? ¿Qué pudo o puede ser eso de calle del Viento, la Esperanza, el Porvenir, Claudia, el Maquinista Escolar, los Perros, la Piedra Callada, del Ladrillero, de La Carta, la Ronda de Niños, las Águilas Negras, los Buques Varados, la Vigilia, Las Penas, El Altarcillo, El Agua Fresca? Y así quizás muchas más, es cuestión de ponerse a la tarea de buscar con dedicación. Parece razonable que pudiésemos realizar una pequeña investigación en torno a las razones u “origen real” de la denominación sugerente de cualquier calle. Fechas, decretos, naturaleza e hito histórico que determinó su bautizo. Eso por supuesto es correcto y deseable en cualquier caso, sin embargo no es descaminado ni excluyente poner en la balanza de lo real aquello que son datos concretos, “verdades positivas”, documentos y relatos consolidados contra aquello otro que pudo gatillarse en la imaginación de cualquiera por la simple evocación libre y casi siempre indeterminada que adquirió ese nombre al ser visto, o pensado durante unos instantes como novedad. Desviándonos un poco pensemos por ejemplo en nombres de algunas templos que recortan cada vez menos su figura contra el telón de la ciudad: Sagrado Corazón, Santísimo Sacramento, Divina Providencia, María Madre del Verbo de Dios,

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