Poéticas de la intemperie

20 Poéticas de la intemperie de la felicidad te convierten en lo extraño, la presencia indeseable de lo otro / de las calles cuyos habitantes creen ser la ciudad expuesta en su violenta arrogancia y las que se cierran sobre sí mismas / las de silencio y complejidades de memoria y memorias sin penetrar ni relatar / la calle de ella o de él. Intervenir es también querer tomar parte en el asunto de quienes deambulan ahí afuera. Transeúntes cada uno recogido sobre su pequeña historia recorriendo cada vez y nuevamente como todos nosotros un trayecto que inexorablemente ha sido predeterminado. En la calle no existe algo así como un público o espectadores, sólo se trata del estar de paso siempre entre un punto de origen y de llegada. Ese transeúnte quizás provocado por un gesto que se podría definir aquí por su extrañeza, ha sumado para sí una pequeña marca que se articulará siempre diversa, infamiliar, y a veces provocadora en el relato de la vida que lleva a cuestas. De tanto en tanto, la impertinencia de una convocatoria “pública” que llena la calle de artistas espectadores que asisten al despliegue de alguna obra

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