Poéticas de la intemperie

153 En principio pensé en algo que pronto encontré demasiado grandilocuente. Afortunadamente aborté la idea a tiempo. Primero: era imposible tentar alguna suerte de alegoría que pudiese contener algún rasgo de la confusa maraña de sensaciones en las que estaba sumido, Me refiero aquí a la posibilidad de realizar una obra. ¿Qué más se podía hacer en ese muro que no fuera sólo hacerlo visible en la plenitud de su intensidad? Sabemos que la mirada repetida, siempre repitiéndose termina por ir velando las cosas, hasta hacerlas desaparecer de nuestra percepción cotidiana. Ni siquiera se trata de olvido pues quizás nunca fue algo realmente significativo para alguien, de pronto quizás una curiosidad inicial en la llegada a vivir al barrio o cuando alguien te cuenta a qué corresponde ese muro, provocado por unos instantes a imaginar lo que sea que suceda del otro lado, me refiero a los que habitan en las cercanías del lugar o que transitan cotidianamente por ahí. Probablemente al saber de qué se trataba ese límite, me imagino aparece el deseo, tampoco tan intenso de no pensar mucho en ello. El hábito vuelve todo más fácil pues fácil es manejar lo que ya no tiene presencia. Como decía, esa densidad espesando la materia me llevaba a pensar en abordar un trabajo a gran escala, una especie de tautología donde el muro se repitiera a sí mismo, que saliera adelante en su presencia implacable. Planchas de fierro impresas con encuadres a escala 1:1 de su imagen emplazadas exactamente en el mismo segmento registrado. Horizontales o verticales, tres, seis, nueve metros, ahí cubriendo donde los ladrillos desgastados dejan ver grandes hendiduras que se desmigajan con sólo tocarlas. En lo que fueron ventanas o puertas violentamente selladas con ladrillos. En los ventanucos de gruesas tiras de fierro cruzadas, muy arriba que sólo encierran una oscuridad densa que es espacio muerto del cual no emana ninguna luz ni sonido, donde algo quedó tapiado entremedio. En algún momento hasta pensé en cubrir con fierro una extensa sección, si no ambiciosamente toda la longitud del muro. Cierta fórmula dice que hay que mediar para hacer visible, o perceptible alguna cosa. A propósito de mediación: recuerdo hace ya bastantes años cuando salía, siempre volviendo por las noches con una grabadora de casettes a registrar largos recorridos por el centro de Santiago. Sonidos de autos que Muros

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