Poéticas de la intemperie

15 del GAM, un paso cebra con aires mapuches, un picnic y un piano en el despliegue de familiaridades del Festival de Arte Urbano “Hecho en Casa”, etc.) Todas quieren formar parte de la cara pública de la ciudad y sus signos son certificados por ella. Se enquistan y se superponen a ella como parte de algún diseño normado del espacio público y desaparecen pronto de la mirada del habitante tal como desaparecen los objetos decorativos de cualquier casa. Por otra parte, al hablar de Arte y Espacio Público nos referimos a otra cosa, se trata de una relación, y por lo mismo siempre dinámica, muchas veces tensionada y en constantemutación de sus experiencias. Arte y Espacio público son a menudo cuerpos desacomodados que se rechazan, aunque se busquen. El arte exhibe ahí su impertinencia regularmente, ya sea por su incapacidad de entender y relacionarse con el complejo humano que es una ciudad como cuerpo, ya sea porque se descalza críticamente o va a contrapelo con el deseo político de las instituciones de constituirse en norma y ser administrados al interior de esa fantasía de poder y sobrevivencia. Y quizás si ahí donde la fricción desaparece y lo que era un lugar al ser interpelado se despliega de otro modo, o sólo se manifiesta en un pequeño instante de continuidad sin el roce de los contrarios ya no estamos hablando ni de arte ni de espacio público, sólo de experiencia plena de intensidades aún sin nominar. Cuando hablo de arte callejero tiendo a pensar en aquellas múltiples acciones no institucionalizadas que pueblan las calles sin límites precisos entre la ingenuidad y la operación consiente. Hablo de acciones que acontecen desde y en la calle. Son parte del cotidiano visual y sonoro de nuestra ciudad. Dialogan principalmente consigo mismas, por ejemplo me refiero a varias formas de la pintura callejera, las que muchas veces también, aunque quizás no tantas, buscan una comunicación simple y directa con sus habitantes o una comunidad, son invariablemente ignoradas, generalmente a veces por pereza, otras por desconocimiento de parte de la institución artística. Y aunque no lo quieran, pues a veces tampoco quieren llamarse Arte, ya sea por la cruda lucidez o intensidad de su gesto, o por su confusa auto referencia, terminan transformados en un síntoma para el estudio de las ciencias sociales. Por otra parte, si vamos a referir constantemente a intervenciones en la calle o el espacio público conviene al menos enunciar ciertos conceptos asociados a ellas. Pequeñas tensiones iniciales

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