Poéticas de la intemperie

147 como si esperara algo. Sólo circundar y no tocar. En la dialéctica del adentro y el afuera debía tomar una decisión, y esta fue quedarme afuera. ¿Qué me aseguraba que ingresar al lugar, observar, fotografiar, interiorizarme de casos me permitiría conocer, o comprender aquello que cotidianamente se sustrae también a quienes intentan ayudar o contener a los que decimos se han extraviado en su interior? Claro, observaría en silencio, quizás un poco intimidado por los gestos de lo insensato, ¿qué haría?: nada más que ser un observador intruso, lo otro frente a lo otro, que estaría violentando la intimidad de lo que se oculta acaso bajo el signo de lo inhumano o quizás todo lo contario, y estemos en presencia de algo demasiado humano. La repetición del recorrido es finalmente la puesta en obra de la imposibilidad de conocer (una sonda en el vacío, vacilación, temblor e incerteza). Dejar que el secreto se exponga en tanto secreto sin develarse. Mantenerse en el deseo de su emergencia en un recorrido que deviene pronto en “sistemático” dirigiendo siempre nuestra atención en un sonido que nunca se manifiesta por los límites de tejado que se recorta contra un cielo indiferente, tratando de palpar con la mirada como si se tratase de la mirada de un ciego. El muro es umbral, sudario y límite abierto a lo que es presencia del absoluto de lo lejano: Sin tocar ni conocer la interioridad de lo privado que se esconde, sólo queda una mezcla confusa entre lo que sabemos inarticuladamente – dos supuestos y la certeza de la imposibilidad de comprender….lo que se intuye, que se muestra y se oculta, entre lo visible y lo irrepresentable en la dialéctica del adentro y el afuera. Hablo de lo que sólo se puede señalar desde el afuera, (mostrar lo que no se puede decir porque sólo se puede decir lo que no se puede mostrar.) Lo que sólo se puede señalar desde el afuera, el circundar acechando el ser que se cierra sobre sí mismo. Llegado el momento de referirnos e intentar dar cuenta de lo que emergió en la experiencia de un instante, en la destemplanza de lo que sabemos, quizás sólo recordamos aquello que supimos y palpamos en la unidad irreductible del acontecer, circunstancia distinta al momento de la escritura, de esta escritura, Muros

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