Poéticas de la intemperie
110 Poéticas de la intemperie 4.- Camila Moya, antes de lanzarse a un recorrido incierto por la ciudad que hasta ese momento quizás injustamente pienso para ella es un cuerpo abstracto y de uso práctico, decide ingresar en su apertura a partir de la lectura del libro “La Muralla Enterrada” de Carlos Franz, quien en la revisión de múltiples novelas que refieren a Santiago vuelve a recorrer, citando con múltiples voces y con su escritura, la ciudad que ha quedado suspendida para siempre en las palabras. Dejándose llevar por esta lectura Camila llega a una suerte de cementerio donde reposan inmóviles como memoriales sin destino aparente, inmensos pedazos de los antiguos tajamares del río Mapocho. Esos bloques de cemento y ladrillo que comienzan a construirse en el siglo XVIII y ahora yacen emplazados a ambos lados de un sendero de tierra donde ya no son fragmentos ejemplares de la historia social y política de Chile, son estructuras silenciosas e inquietantes por la extrañeza de su estar ahí sin cumplir ninguna función como lugar de memoria ni de nada. Camila realiza un pequeño ejercicio de intervención, selecciona fragmentos del libro de Franz que a su vez son citas de diversos autores que han visto y han dejado a Santiago rondar en sus páginas. Realiza una acción muy simple y no por ello menos significativa, reescribe esos fragmentos ente las líneas de ladrillo como si fueran reglones de un cuaderno, revelando con su mano esas voces ahora suspendidas en libros que casi nadie lee y que fueron por y en la ciudad, nombres que la caminaron, la describieron y la desearon mientras que esos
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