Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística
113 Aún más, cuando a lo largo de su período de formación el alumno se enfrenta a diversos tipos de profesores-artistas, cada uno con estilos de trabajo, preocupaciones y estrategias diferentes e incluso a veces opuestas, aprende algo fundamental y que tiene que ver con la multiplicidad de formas que adopta el arte hoy en día, y se ve impulsado a desarrollar su propia voz en ese concierto. Finalmente, el aprendizaje entre pares es otro aspecto que resulta determinante en la formación de los alumnos de artes visuales; la diversidad y el contacto cotidiano con otros que se enfrentan a los mismos desafíos, que viven de manera similar –pero diferente– el mismo aprendizaje, opera también como un acelerador de estos procesos. * Sumando todos los aspectos mencionados, la escuela de arte universitaria funcionaría como un catalizador de experiencias que no necesariamente tienen que producirse al interior de la universidad, pero que se ven potenciadas e intensificadas por el entorno que esta puede ofrecer. Este contexto universitario, que es donde se han formado y se siguen formando la enorme mayoría de los artistas nacionales hoy activos, tiene sin embargo particularidades que afectan de manera no siempre positiva el desarrollo del trabajo artístico que en ellas se produce. A continuación señalaré algunos aspectos –tal vez no sean los únicos– que me parecen problemáticos de este “matrimonio por conveniencia” entre el arte y la universidad, que, aunque no constituyen obstáculos insalvables, sí determinan lo que se produce en las escuelas de arte y merecen atención para identificar e intentar resolver, dentro de lo posible, las distorsiones que provocan. La universidad es una institución jerárquica, rígidamente estructurada en Facultades dedicadas a la enseñanza e investigación de sus respectivas disciplinas, orientadas a metas concretas que deben ser cuantificables y comparables con los resultados de otras Facultades. El arte, en cambio, es una actividad que necesita para desarrollarse y florecer de un espacio de libertad, de exploración abierta no orientada a metas, del cuestionamiento constante de las jerarquías establecidas y de un espíritu radicalmente transdisciplinario. La academia tiende a pensar el conocimiento como algo dividido en categorías; su paradigma es una ecuación entre profundidad del conocimiento y especificidad Magdalena Atria
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