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96 coautores, puede tener la misma relevancia que una autoría individual, ya que esta distinción no es un criterio que exprese, de por sí, mayor o menor calidad o mayor o menor injerencia creativa. Por tanto, dentro del concepto de autoría, la categoría de “creador principal” hace referencia al rol del encargado de la toma de decisiones globales en un proyecto o manifestación –como autor individual o coautor–. “Creador secundario” se denomina a quien asiste, en un proyecto de obra determinado, y forma parte activa de la creación, apoyando la labor de coordinación o dirección del creador principal. Un aspecto relevante que se logró clarificar es la idea de interpretación asociada a la figura del intérprete. Para que el intérprete sea considerado “creador” y su actividad como un “producto de creación artística”, se requiere que este contribuya mas allá de la mera ejecución denotativa de la obra que interpreta; en su performance interpretativa, el “intérprete creador” –a diferencia del “pasante”, por ejemplo– impronta un punto de vista no solamente único sino privilegiado sobre los materiales de la obra dispuesta a ser interpretada, sean sonoros, dancísticos o teatrales, infringiéndole a la obra un tipo de deformación connotativa y reflexionante que la vitaliza y la muestra –produciéndola cada vez– como si fuera de su propia autoría. Se logró consensuar también, a pesar de la diversidad de manifestaciones y modos de producción particulares de cada artista, el reconocimiento de cuatro instancias para la creación artística en las que se perciben, en cada una de ellas, ciertas manifestaciones: 1) una etapa de proyecto, relativa al proceso de elaboración; 2) una etapa de obra, representada por la obra o proyecto realizado y los procesos de comunicación y distribución de la misma; 3) una etapa de difusión, relacionada con los procesos de referencia a la propia obra por parte del mismo autor; y 4) una etapa de impacto, indicativa de su efecto en el medio social, artístico y cultural. Así mismo, se acepta que los productos resultantes de la conclusión de las etapas o de alguna de ellas, para ser considerados como productos artísticos, deben haber sido validados por una instancia o soporte determinado. Las manifestaciones de la “instancia proyecto” suelen validarse mediante la obtención de fondos concursables o becas, en la medida en que esos logros contribuyen al desarrollo del proyecto y apoyan la trayectoria del académico. Para manifestaciones en su “etapa de obra/circulación” las instancias habituales corresponden a espacios de exhibición, participación en festivales, selección en bienales, etc. La “etapa Descalce de la creación artística en el contexto académico

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