Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

13 certifican mecánicamente los productos después de haberlos disociado arbitraria- mente de los procesos que los elaboraron. Uno de los ejes del debate contempo- ráneo en torno al saber-pensar-crear universitario nos lleva a problematizar tanto la noción de “eficiencia” como la de “calidad” en tanto nociones impuestas por la tecnocratización de los sistemas de excelencia que la universidad debe cumplir burocráticamente sin cuestionar sus fundamentos, siendo que dichos fundamentos están marcados, ideológicamente, por la hegemonía neoliberal. Quizás sea precisamente el mundo de las artes y las humanidades, de la creación y del pensamiento artístico el que ofrece mayor resistencia crítica al nuevo repertorio tecno-operativo que invade el mundo universitario con sus criterios administrativos de eficacia y eficiencia, técnicamente ajustados a la “universidad-empresa” según los índices de rentabilidad que favorecen el mercado de los cálculos y los intereses. La libertad creativa de la experimentación formal y conceptual, es decir, la búsqueda de lenguajes potenciadores de transformaciones simbólicas que sacudan los moldes de una comprensión normalizada de lo social, desafía la racionalidad objetiva de los saberes aplicados que se rigen, unidimensionalmente, por métodos y pruebas de exactitud como si todo debiese ser enteramente verificable bajo el reino (lógico-científico) del conocimiento como dato . A este conocimiento como dato , el arte y las humanidades responden con la creación y el pensamiento como ensayo . El arte y el pensamiento crítico recurren a las vueltas y rodeos del figurar y del representar para que la relación entre realidad, discurso, forma y significación se vuelva oblicua, plural y diseminativa, logrando zafarse así de las ataduras que imponen las categorías fijas y las definiciones invariables. Esta es quizás una de las razones por las cuales “ la democracia necesita del arte y de las humanidades ” 1 . El arte y las humanidades despliegan la potencia emancipadora de la imaginación crítica para reformular los pactos de comprensión preestablecidos, apostando a transfiguraciones expresivas de aquellos residuos y opacidades simbólicas cuyo secreto no se integra sumisamente a la dominante tecno-comunicativa del consenso neoliberal. Sin embargo, bien lo sabemos, tanto el arte como las humanidades, al ocupar el rango de saberes no utilitarios que carecen de inserción práctica en el mercado de las profesiones bien remuneradas, son áreas subvaloradas dentro de las instituciones universitarias y, por lo mismo, castigadas en la repartición de 1 Este es el subtítulo del libro de Martha C. Nussbaum: Sin fines de lucro. Por qué la democracia nece- sita de las humanidades . Buenos Aires, Katz Editores, 2010. Nelly Richard

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=