Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

90 Decía “situación problemática” la de las artes, la de la práctica artística contemporánea al interior de la universidad, si aceptamos para pensar la hipótesis de que la configuración del campo académico es de orden filosófico primero, científico después y tecnológico-profesionalizante ahora último aunque, más bien, tendríamos que referirnos a la noción fija e inerte de lo tecnocrático como la ideología imperante de la producción académica. A falta de espacio y de tiempo para desplegar estas disquisiciones, podríamos en esta ocasión emblematizar el malestar de las artes al interior de la universidad enunciando el moto de que “las artes no progresan”, de que “no hay progreso en las artes”. Para expresarlo con una imagen, no son mejores, ni más modernas, ni más tecnológicas, ni andan más rápido las liebres de bronce de Flanagan que los caballos rupestres de las cavernas del sur de Francia de hace 30.000 años. Ambos perceptos –para usar el concepto de Deleuze– corren por igual en el campo simbólico de la representación. Y para ir extremadamente rápido como esas liebres y caballos, a partir del s. XVIII, el lenguaje de las artes se vuelve inestable –al igual que las estructuras sociales del antiguo régimen– perdiendo progresivamente su índole canónica. Coinciden con esta incipiente inestabilidad la aparición de las tres críticas de Kant y la progresiva atrofia de la lógica de los animales aristotélicos “ético-político” y “mimético-estético-emancipatorio”. Las tres esferas de la cultura, expresión de la triple raíz de la figura humana se deforman por la hipertrofia irrefrenable de la lógica racional del animal “teorético científico técnico”. Los saberes vinculados al acto creativo y a sus procesos de producción empiezan a hibridarse, a diluirse y fragmentarse, y es en el sentido del sucesivo desquicio de las fronteras disciplinares, que Duchamp afirma que el arte no es, no puede ser, el ejercicio de una profesión. En estas prácticas –habría que decir que en las artes, estas son siempre “malas prácticas”, “malas artes”– la causa y el efecto pueden perfectamente trastocar el orden de su precedencia lógica, o en el plano bidimensional de la pintura y en general, en el plano espacio-temporal de todas las artes, el orden de los factores, precisamente, altera el producto. Y ya que estamos en este lugar palaciego (el Museo de Arte Contemporáneo MAC del Parque Forestal) donde hace más de 45 años vagaba como ánima en pena estudiando lo que en esa época se llamaba “bellas artes”, hago mención del otro aspecto que nos interesa, hablando como estamos de la condición del artista universitario y su rol en la formación y enseñanza del arte: el mayor acto de poder Descalce de la creación artística en el contexto académico

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