Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística
84 de los sesenta del siglo pasado. La escena académica –en este caso– opera libre de todo distanciamiento; funciona exenta del respeto jerárquico por las autoridades. Su obscenidad se expresa en una “proletarización” de los espacios de enseñanza y de la imagen y dignidad del profesor (para no hablar del lamentable estado de infraestructura –baños, escritorios y oficinas– que enmarcan el habitar de los administrativos y del cuerpo docente de las áreas de artes y humanidades). La rebaja de la dignidad del profesor se expresa en su escasa estatura imaginal. Su signatura es el tuteo: “Sucede a veces”, ha escrito Barthes, “residuo de mayo, que un estudiante tutea a un profesor. Este es un signo fuerte, un signo pleno que remite al más psicológico de los significados: la voluntad de contestación o de pandilleo: el músculo ”. XII Señalemos otra diferencia con el alumno de ingeniería: aquella que concibe la sala de clases como un espacio represivo. Así piensa una porción importante de los alumnos de arte y humanidades: hacer lo que no se podía en la enseñanza básica y media, a saber: el placer de llegar atrasado, de dormir en clases, de tomar el espacio universitario como la proyección de una discoteca. En fin, tácticas para soslayar la pereza y el aburrimiento (“Solo los tontos se aburren”, me espetaba mi padre cuando me sorprendía en el placer sublime de la pereza). Es cierto: el espacio de enseñanza suele ser un lugar de coacción del cuerpo. Irracionalmente, no se vincula con la adquisición de competencias y habilidades necesarias para el desarrollo en el campo profesional. Cuestión que no deja de ser grave. El alumno universitario, bajo esta perspectiva, desplaza su deseo primario de la enseñanza básica y media a la universitaria. Concibe la universidad como un espacio necesario para los placeres adolescentes del carrete. Se trata, por tanto, de un alumno universitario que se resiste a dejar la adolescencia (un alumno aquejado del complejo Peter Pan). Al respecto, otra cita de Barthes: “La clase implica fatalmente una fuerza de represión, aunque no sea más que porque se enseñan cosas que el adolescente no necesariamente desea. La pereza puede s er una respuesta a esta represión, una táctica subjetiva para asumir el aburrimiento”. XIII Con esto llegamos a tres aspectos que inciden negativamente en la formación de un alumno de arte: un concepto mal entendido de la vocación, una absoluta disociación entre la enseñanza universitaria y el campo profesional y, finalmente, Quince notas acerca de la educación del arte en Chile
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