Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

82 límites acotados por la institución universitaria. Refiere a lo que se podría llamar el aporte o el plus entregado por el alumno en su construcción académica y luego profesional. Aprender inglés, aprender a escribir, aprender a leer; consultar y leer bibliografías –aunque sean las existentes en los programas– conseguidas más allá de las exigencias impartidas por tal o cual materia. En definitiva, la construcción de un alumno con altos índices vocacionales (“Una especie superior de hombre, permítaseme decirlo, no ama las ‘profesiones’, precisamente porque se sabe con una vocación”, escribió Nietzsche). VIII Pero esta falta de apego a los protocolos presentes en la formación superior, no es algo que identifique solo a los alumnos: recorre la totalidad de la institucionalidad académica (muchos profesores fueron en el pasado alumnos díscolos o derechamente irresponsables). Concebida bajo la lógica del autoboicot o de la resta, esta actitud tiene efectos nefastos no solo respecto de la producción sino también del financiamiento destinado a las áreas artísticas y humanistas (esto diría un ingeniero: para qué vamos a inyectarle recursos económicos a carreras que lo más probable es que lo despilfarren). Resumamos el problema: un alumno impuntual, que entrega los trabajos fuera del plazo, que come y duerme en clases, que no se informa de las materias y, lo más importante, que no aporte lo suyo a nivel paralelo, es decir, que se contente con lo aprendido en clases y con las bibliografías entregadas; que no estudie, lea y produzca por su cuenta, lo más probable es que nunca se desarrolle como artista en el campo profesional, o si logra hacerlo, se convertirá seguramente en una pesadilla para los curadores y demás productores de arte. IX Con esto se ha rozado el problema más importante de la enseñanza del arte: la posibilidad que el egresado tiene de batírselas en el campo profesional, por no hablar del académico. Junto a esto habría que añadir lo siguiente: la autocomplacencia de muchos académicos en que esta situación se mantenga (un académico mediocre como artista pocas veces suele compensar su deficiencia con la generosidad). Citemos nuevamente a Nietzsche: “Se requieren educadores que estén ellos mismos educados”. Porque el problema no es necesariamente jerárquico, Quince notas acerca de la educación del arte en Chile

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