Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

59 estabiliza los cuerpos y las identidades (nacionales e individuales). En un estadio avanzado de ilustración la producción de imágenes acaba por instituir su propio mercado de competencias y su propio teatro de luchas por el reconocimiento. El museo reúne, despojándolo de su contexto social de producción, el conjunto de las imágenes producidas en las distintas sociedades históricas, y la universalidad del Arte se instituye a expensas de borrar la contingencia de sus condiciones de producción y uso social. 1.2 El Arte como dispositivo estético, como teatro que pone en juego el juego del reconocimiento, a través de la producción de objetos que trascienden el valor de uso, tiene la edad de la modernidad ilustrada. El régimen de la representación estética es solidario del universo de valores abierto por la impresión tipográfica. Durante el siglo XX europeo, la existencia estética tiende a disolverse en el aire con la irrupción de los nuevos medios de producción y reproducción de imágenes. El régimen de la imagen (que exige dispositivos reflexivos), que se opone al régimen de la visualidad (dentro del cual ocurre la vida actualmente), propone el tema (benjaminiano) de la posibilidad o imposibilidad de experiencia y del hecho artístico (como producción de objetos anómalos detonantes de experiencia). Que la transformación que sufre la práctica del arte y la reflexión estética, comience a ser objeto de estudio décadas más tarde a su aparición comprueba el retardo estructural del pensamiento respecto de los dispositivos que lo determinan (Benjamin). La objetivación de un nuevo ordenamiento es ya un efecto de la socialización del nuevo ordenamiento: el momento reflexivo es un desarrollo tardío de la “máquina productora de subjetividad” –que es como Foucault define el dispositivo–. 1.3 Hacer experiencia de algo es, en buenas cuentas, elaborar reflexivamente el saber gradualmente acumulado a través del aprendizaje y del uso de los mecanismos y lenguajes que sostienen y dan forma (comunicable) a la peripecia de la vida. El tiempo de la experiencia es, para el Modernism , el tiempo en que reconocemos y traducimos el significado implicado en la praxis y el pathos de las relaciones usuales. O como aspiración o como elaboración retrospectiva, la experiencia es únicamente posible a condición de que el evento, cuyo sentido en verdad nunca fue actual, deje una impresión, una huella, una inscripción, sobre la cual el sujeto vuelva, avanzando en su comprensión, a través del lenguaje con el que cuenta. Y es justamente ese esfuerzo de restitución de un presente a Carlos Pérez Villalobos

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