Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

46 de la élite se desplegaba el esteticismo, para el que las artes y las letras contenían valores autónomos que no debían ni podían contribuir al progreso material del país, concepción que era tomada como un signo de decadencia por los defensores de las artes aplicadas. Fue en este caldo de cultivo que surgieron las articulaciones de ideas y colectivos que caracterizarían a la vanguardia artística y política de las dos décadas siguientes. Los conflictos cada vez más agudos y el pesimismo que tomaba fuerza entre la propia élite llevaron al gobierno a aprovechar el Centenario de la Independencia que se celebraba en 1910 como la ocasión de ostentar una aparente estabilidad del sistema artístico y político nacional. Durante los primeros años del siglo se comenzó a planificar la construcción en un edificio que reuniera a la Escuela y el Museo de Bellas Artes. Esto se desarrolló con cierta lentitud, pero todos estuvieron de acuerdo que el edificio diseñado por Emilio Jécquier trajo a Santiago “una nota de refinamiento, esa exquisita elegancia clásica pasada por el gusto moderno, que está haciendo furor en París, la ciudad más artística del mundo” 16 . En efecto, el edificio se inspiraba en el Petit Palais de París y, al igual que la mayoría de los edificios públicos construidos en el período, ocupaba el lenguaje neoclásico-ecléctico que se ha llamado Beaux Arts . Resulta fundamental para nuestro relato que este edificio, conocido como Palacio de Bellas Artes, venía a terminar de consolidar el modelo de arte moderno, que seguía la tradición clásica pero enfatizaba la modernización institucional del sistema artístico con que se había fundado la Academia en Chile. Una de las fachadas del edificio sería el Museo de Bellas Artes y la otra sería la Escuela de Bellas Artes. Así, los alumnos de esta última podrían, por un pasadizo interno, consultar a su antojo la colección de clásicos de todos los tiempos que poseía el Museo, y que también quedaba dispuesta para ser vista por el público aficionado. El edificio, a su vez, alojaría los salones anuales, por lo que este rito tan público como académico sería fruto de la unión del ala expositiva y el ala formativa –¡alojadas en un mismo edificio!– de la institucionalidad artística nacional. Academia, museo y salón nunca en Chile habían contado con tan “regia casa”, donde quedaran con tanta claridad articuladas la formación del gusto de los futuros artistas con la formación del gusto del público nacional. En 1909, cuando el edificio aún no estaba terminado, se decidió incluir su inauguración en el contexto de las celebraciones del Centenario, ideándose para la 16 Zig-Zag , Santiago, 30 de julio de 1905. Academias, museos y salones: el proyecto institucional del arte moderno en Chile (1797-1947)

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