Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

45 Hacia fines del siglo XIX la situación de la Sección de Bellas Artes se fue desmejorando, lo que también alimentó la idea de una “decadencia”, al menos temporal. La jubilación o fallecimiento de algunos de sus profesores, el traslado a un edificio más alejado del centro de Santiago y profundos conflictos políticos y personales que la atravesaban (además del vacilante apoyo del Estado, que ha sido una constante en toda esta historia), la llevó a una aguda crisis en 1900. Por eso en tal año se llegó a un consenso entre la Universidad de Chile y el Consejo de Instrucción Pública para nombrar al escultor Virginio Arias como nuevo director de la Escuela de Bellas Artes (así se llamaría ahora oficialmente a la Sección de Bellas Artes, a pesar de que en el trato cotidiano esto sucedía desde hacía dos décadas), un cargo directivo que unía bajo el mismo mandato todas las clases de la Escuela, lo que no sucedía desde la década de 1870. La gestión de Arias marcó un nuevo impulso para esta Escuela, a pesar de que contó con una gran oposición interna. Antes de acceder al puesto había sido comisionado por el gobierno chileno para conocer y comparar diversos modelos de escuelas de bellas artes en Europa, y esto parece haber surtido efecto, pues una vez en el cargo de director realizó la más importante reforma del plan de estudios de la Escuela de Bellas Artes desde su creación. De acuerdo con las tendencias más modernas, el plan de estudios que se estrenó en 1902 aumentaba notablemente la cantidad de clases al hacerlas más específicas y al ser dictadas por diferentes profesores de acuerdo con su experticia. Además implicaron un refuerzo de la formación histórico-erudita de los artistas, al incluir las asignaturas teóricas como ramos propios de la Escuela. Los cursos del nuevo plan eran los siguientes: “Dibujo elemental”, “Dibujo tomado de modelos clásicos”, “Pintura y dibujo del modelo vivo”, “Escultura estatuaria”, “Arquitectura”, “Grabado en madera”, “Perspectiva y trazado de las sombras”, “Anatomía de las formas”, “Estética e historia de las bellas artes” y “Escultura ornamental”. Luego se añadiría la cátedra de “Historia general y mitología” en 1906; y lo propio se haría en 1908 con las de “Práctica del mármol y de la piedra” y de “Dibujo natural, colorido y composición”. La primera década del siglo XX culminaba con una sensación de contradicción generalizada en todas las esferas del quehacer nacional. Si por una parte estaba la agudización de las luchas obreras en el norte y el centro del país, por el otro estaba una oligarquía que ostentaba lujos más cosmopolitas y refinados. Mientras entre algunos cobraban fuerza las ideas socialistas y anarquistas, en buena parte Claudio Guerrero - Kaliuska Santibáñez

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