Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

42 Por diversos motivos consideramos que esta articulación institucional entre la Academia, el Museo y los salones constituyó la consolidación de lo que entonces se entendía que debía ser un sistema artístico moderno. Por una parte, se asentó un importante conjunto de ideas y prácticas relativas a la relación entre arte y sociedad que tenían su matriz en el pensamiento ilustrado, tales como la separación entre las artes bellas y mecánicas (más ahora que las bellas artes tenían un circuito propio de producción, exhibición y valoración) y la idea de que las bellas artes podían contribuir al progreso (al elevar el gusto de la población, ilustrar ejemplos de valor cívico o proyectar la identidad nacional). A estas ideas subyacía el voluntarismo pedagógico de la Ilustración, que pensaba a la educación como el principal modo de intervenir a favor del progreso y, por tanto, en la educación artística como el mejor modo de civilizar la esfera de los sentidos y los afectos. Sea en la ideología estética de Schiller, en las expectativas del modelo crítico de Diderot o en la forma en que se pensó la educación de los artesanos, la pedagogía atraviesa el espectro de las ideas artísticas ilustradas. Por otra parte, el sistema artístico que se había formado constituía una articulación local del diagrama institucional más característico del proyecto moderno del arte que formaban la academia, el museo y el salón. Debemos recordar que la institucionalización de la cultura fue un objetivo fundamental del programa modernizador de la Ilustración, lo que en el arte significó la búsqueda de espacios separados y protegidos –aunque articulados– para cada dimensión de su praxis. La producción y la transmisión de conocimientos se radicaron progresivamente en la academia. La exhibición, circulación y recepción de las obras de arte se le confiaron al museo y al salón, los formatos por excelencia de la experiencia del arte en la modernidad. Por un lado, el museo era el lugar donde se guardaba la tradición (sea local o clásica), es decir, las grandes obras de todos los tiempos que debían guiar el gusto artístico. Era el concepto de arte materializado en sus ejemplos. El salón, por otro lado, fue el lugar donde se hizo posible la idea de una contemporaneidad de las bellas artes (lo que para países como Chile significaba constatar su “adelanto”), especialmente por la forma que estimuló el nacimiento de la moderna crítica de arte. Además, en los salones se repartían premios y estímulos monetarios que hacían partícipe a toda la sociedad de la metodología pedagógica de la academia. Academias, museos y salones: el proyecto institucional del arte moderno en Chile (1797-1947)

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